Por Raesvic

Lo que se esconde detrás de las noticias de la corrupción de las personas que intervienen en el urbanismo en España.

 

Se nos dice que alguien obtuvo información privilegiada, y eso no es legal. Se nos dice que alguien pagó comisiones ilegales a políticos o funcionarios para recalificar terrenos y que los que lo reciben y actúan a golpe de comisiones para ejercer sus funciones públicas han cometido un delito.

 

Se nos dice que una persona llamada El Pocero, ha construido un inmenso pueblo, y se nos dice que eso se ha hecho vulnerado los procedimientos públicos establecidos.

 

Y lo que no se dice, lo que no dicen los partidos y –curioso- tampoco los sindicatos (o al menos no lo dicen con un mensaje que cree opinión publica, corriente de opinión, ¿por qué será?-) es que esos fraudes a la ley y a los principios éticos, no son sino el síntoma, no son la enfermedad.

 

La enfermedad es que hemos perdido el norte de las prioridades y los valores, cuando se consiente que el techo, el hogar, sea un elemento económico especulativo de primer orden.

La detención de los especuladores, de los políticos y funcionarios corruptos no evitará que los españoles tengan que pagar por su casa 40 millones de pesetas o que, en Madrid, si pretendes crear una familia de dos hijos, sean 80 millones, precios éstos a los que habría que añadir los intereses. La cifra total del coste debiera valer para que cualquier persona con vocación política y sensibilidad social levantara la voz de alarma, para que tras el marcharan legiones de jóvenes idealistas, para marchar sobre Madrid, a poner fin a una moral perniciosa, la moral del becerro de oro. Se imaginan, ¿qué hubiese pasado en los años del hambre si el trigo, en lugar de estar intervenido, se hubiese sometido a la especulación del mercado? ¿Cuántos más hubieran muerto de hambre?

 

Si El Pocero ha construido un pueblo él solo, dimitid malditos, dimitid vosotros que os decís socialistas, democratacristianos, o socialdemócratas. Vosotros que, teniendo las riendas de un Estado, no hacéis para los jóvenes lo que un solo señor, con el dinero particular, se permite el lujo de hacer, para convertirse en multimillonario. ¿Por qué vosotros no podéis hacerlo como elemento iniciador y ejemplarizante de que otra sociedad es posible? Porque también es posible otra política. Porque existen otros valores por los que vivir, valores que, puestos en práctica, hacen felices al que los practica y no pone trabas al desarrollo de la vida digna de los semejantes.

 

Dijo un hombre joven, con alma limpia, que no soportaba ni el hambre ajeno ni el odio gratuito a las esencias de su patria, que alguna soga tendréis en vuestro desvanes, ahorcadnos sin compasión, si llegados a la riendas del poder no hacemos lo que decimos, para escarmiento de quienes puedan imitarnos.