Fernando Navarro
Desde hace décadas, el cine español ha recibido cuantiosas subvenciones para la "promoción del cine español. Por esta razón, se han mantenido películas con un éxito de público y de crítica realmente bajo. Sin embargo, de cuando en cuando se producen algunas películas que se muestran rentables por sí solas, sin necesidad de mantenerse del bolsillo del contribuyente.
Con este sistema, por el que una película es rentable independientemente de su calidad comercial, sólo se consigue fomentar la mediocridad y la autocomplacencia, eliminando del todo el espíritu crítico en los creadores. Esto es similar a la familia pudiente que mantiene al niño cortito, incapaz de ganarse la vida por sí mismo. Sí además al niño se le mantiene con el dinero de toda la comunidad, pues mejor que mejor. Y si, además de pagarle con dinero ajeno, dedica parte de su tiempo a hacer trabajos para la familia, pues miel sobre hojuelas.
Estas ayudas al cine español no se han planteado como un soporte temporal para un momento concreto. La idea es que un grupo de personas se mantengan de manera indefinida y con la ley del mínimo esfuerzo. La idea es que los españoles paguemos por algo que en su mayoría no nos gusta y que, además, no es un sector estratégico que haya que defender aunque no dé ningún beneficio. El hecho de que estas películas vivan de la subvención no es óbice para que la persona a la que sí le gusta el cine español, o una película concreta, deba rascarse el bolsillo si quiere disfrutar de ella en la sala de un cine. Esto significa que este señor paga dos veces la entrada: una cuando entra al cine y otra vía impuestos. La verdad es que por mucho que uno quiera fomentar la industria nacional se le quitan las ganas.
Como conclusión, creo que la mejor manera para crear en España un cine de calidad es eliminar las subvenciones y hacer que los productores busquen temas que interesen al espectador, para así poder ganarse la vida como todo hijo de vecino. Lo que pasa es que es más fácil no complicarse la vida y ser parte del grupo de estómagos agradecidos a los que luego se puede llamar para organizar alguna manifestación de acuerdo a los intereses que tocan en ese momento concreto.