por Juan F. González Tejada

Existe en España una especie de fanatismo ideológico, en muchos de esos políticos profesionales que chupan pantalla, que con tal de  que gane su partido no les importa el destino colectivo de los españoles. Algunos de esos fanáticos afirman cada dos por tres: ¡¡¡ veis como España no se ha roto!!! Estos tipos piensan que quienes les escuchamos somos imbéciles, cualquiera sabe que la ruptura de una Nación no es un proceso tan simple como la quiebra de un cristal.

Durante los últimos 30 años ha habido una política persistente de satisfacción de los deseos separatistas, que con arreglo a la máxima democrática de UN HOMBRE, UN VOTO, estas minorías nacionalistas serian insignificante en la toma de decisiones políticas en las Cortes Generales, que es donde se debate el destino colectivo de la sociedad española. El camino que UCD, PP y PSOE les han ayudado a andar supone un espaldarazo político a la formación de unas naciones que hasta ahora jamás habían tenido carta de naturaleza histórica ni jurídica, salvo durante los convulsos tiempos de la Segunda república española.

Montilla, Carod y Mas

Todo esto se ha traducido en un juego político y sociológico perverso y peligroso. Perverso porque en España se ha inculcado la conciencia colectiva de que se defiende más la cultura regional y el interés propio cuanto más enfrentado se esté al interés nacional y más se utiliza como excluyente lo particular, en lugar de ser una herramienta de contribución al enriquecimiento cultural de toda  la Nación española, como así ha sido durante siglos de gloriosa y universal difusión de todas las particularidades, unidas como un autentico tesoro al destino común. Peligroso porque económicamente es insostenible el entramado político-administrativo que se ha montado, para ver si se satisfacían esas ansias irreductibles del Separatismo Burgués catalán, gallego o vasco que, lejos de la laboriosidad de antaño, se arriman a la TETA DEL ESTADO para alcanzar privilegios, estableciendo redes de corrupción que sangran al pueblo trabajador y están impidiendo que el Gobierno de España tenga verdadero poder  para llevar a cabo políticas de austeridad y eficiencia en el gasto, que eviten la bancarrota y aseguren las políticas sociales que se están poniendo en riesgo.



Mientras disfrutamos con los triunfos de nuestro equipo nacional de fútbol, otros están seleccionando las formas de destruir nuestra sociedad, ampliando la brecha de la desigualdad en derechos entre los españoles y a punto de romper, por la vía de los hechos, la Soberanía Nacional que es única y reside en el Pueblo Español. Si eso ocurre, será preciso abrir un Proceso Constituyente que ponga en su sitio a quienes se están saltando la Constitución y han hecho del Tribunal Constitucional una Tercera Cámara del poder legislativo, atentando contra el principio de democrático de la separación de poderes.

Muchos trabajadores españoles han cobrado estos días una nomina desinflada mientras otros siguen sin encontrar trabajo, nos han subido el IVA y dieron marcha atrás a la subida de la luz para aumentar una barbaridad el precio del gas. Nos están robando el dinero y nos están dejando sin Patria al quitarnos nuestros derechos democráticos y soberanos sobre el destino común de nuestro pueblo, nuestra nación y nuestros propios hogares.