Poco a poco volvemos a entrar en uno de esos periodos en los que nada de lo que hacen los políticos es casual. Todo lo que dicen, todas las posturas que adoptan, todas sus acciones y actitudes, apuntan al objetivo de conseguir votos para las siguientes elecciones o mejor aún de quitárselos al partido rival.

En esta España, donde nadie gana las elecciones, sino que es el gobierno quien las pierde, las cosas pintan fatal para un PSOE que a base de insensatez y de falta de capacidad de gestión de su gobierno, ha hundido a nuestra nación varios kilómetros por debajo de lo que la crisis, ella solita, hubiera hecho. Así se perciben las cosas, incluso entre el electorado socialista, porque realmente, así son.

Además, el modelo guerracivilista en que basó el presidente Zapatero sus más fieles apoyos, parece que va haciendo agua, porque cada vez son más los que se nos unen a los muchos que tenemos a nuestros abuelos enterrados en alguna cuneta, pero que hemos renunciado al odio. Porque sabíamos ya, que buscar a quien odiar por esos crímenes pasados, entre los hijos y los nietos de antiguos combatientes, es absurdo, no sirve para afianzar un futuro de unidad y concordia y para colmo, vuelve a abrir brechas absurdas, invalidantes y precursoras de nuevos odios y crímenes.

Por muchos motivos, toca recambio de gobierno y entre esos motivos no está el atractivo del partido que supuestamente ha de asumir el poder ejecutivo en las próximas elecciones, puesto que de capacidad para ilusionar no es precisamente de lo que está sobrado el PP de Don Mariano. El cambio se producirá si es que, una vez más, el gobierno pierde las elecciones, en este caso de forma merecidísima. Porque parece ya inevitable que el gobierno resulte en estas próximas elecciones despedido por causas objetivas, por ineptitud sobrevenida y por total falta de adaptación a las nuevas circunstancias políticas del mundo.

Montaje con las imágenes corporativas de PP y PSOE

 

Desde nuestra posición habitual, ya que nosotros no nos hemos visto obligados a cambiar nuestro discurso por culpa de la crisis, seguiremos diciendo lo que hasta ahora. Que PSOE y PP son el mismo tipo de derecha liberaloide y anestesiante, que ha convertido en los últimos treinta años a nuestro pueblo en una sociedad mucho más postrada y conformista de lo que debiera ser. Un pueblo el nuestro,  que aún necesita de empresas de carácter colectivo para afianzar en sus estructuras políticas, sociales y económicas, un mínimo de justicia y algo de estabilidad. Un pueblo que parece haber olvidad su capacidad de lucha, adormecido por un estado del bienestar que, desgraciadamente, ha demostrado ser tan efímero como la famosa burbuja inmobiliaria que enriqueció a tantos especuladores, banqueros y políticos.

El discurso de fin de las ideologías y de fin de la historia con victoria definitiva del capitalismo, no se sostiene después de tres años de crisis mundial y ante un panorama en que parece que no pasa nada, pero en el que todas las economías desarrolladas siguen en estado de depresión. Una situación que es demostración de que eso que dicen, que el sistema capitalista enriquece a todos, no es más que una mentira. Nosotros ya sabemos que el sistema capitalista es de hecho esto que vemos ahora: un juego de ciclos en los que se fragua la riqueza de unos pocos a costa de el hundimiento de muchos y el empobrecimiento radical de bastantes.

Antes o después se reactivara la economía y entonces ¿qué? Volveremos a empezar el ciclo y esperaremos otra vez a que el estallido de alguna burbuja de esas que gusta describir pomposamente a los economistas, vuelva a sumirnos en la crisis y en la postración económica.

¿Volveremos a apostar por lo mismo en las próximas elecciones? ¿Volveremos a apostar por el egoísmo de un sistema basado en el enriquecimiento individual a toda costa?, o ¿buscaremos entre las opciones políticas aquellas que promuevan las iniciativas colectivas basadas en el irrenunciable deseo de ampliar los beneficios de la justicia social todo el pueblo? ¿Volveremos a apostar por los partidos que no apuestan por nosotros y que nos mantienen huérfanos de democracia en un sistema de dictadura partitocrática?, o ¿buscaremos entre las opciones políticas que prefieren a las personas antes que a los partidos y que quieren que la democracia se base en las elecciones de los votantes y no solo en las listas cerradas y bloqueadas que nos imponen las ejecutivas políticas? ¿Volveremos a conformarnos con un cambio de gobierno cuando lo que necesitamos es un verdadero cambio de sistema?

Otra vez tocan elecciones y otra vez se desgañitan los políticos por conseguir ocupar todas las poltronas que necesitan para disponer de todas las prebendas. Que triste espectáculo que podríamos entre todos cambiar. Desde aquí, desde nuestra pequeña Falange Auténtica, queremos que todos se lo piensen dos veces antes de votar  lo mismo de siempre, puesto que lo de siempre, ya sabemos lo que es. Hacer un llamamiento a la rebeldía, a la independencia, a la reflexión, es lo que queremos hacer, antes incluso de pedir el voto para nuestras propias listas, porque ya no es esto cuestión de unos cuantos que nos hemos embarcado en un proyecto de ilusión y futuro, sino de todos los que, sin comerlo ni beberlo, navegamos en un bajel que tiene vías de agua irreparables y que se hunde de forma irremisible.