C. Vara
Otro día más en la cola de la oficina de empleo y, otro día más, nada nuevo; las mismas caras, las mismas malas caras, las mismas miradas expectantes y, cómo no, el mismo resultado.
Las manos empujando un viejo e incomodo carrito para transportar la compra de la comida - al menos ese era su objetivo cuando alguien, no sé muy bien quien, inventó tal artefacto - cristales sucios, estanterías vacías, góndolas sin publicidad, tiendas sin productos...