Joaquín Leguina en Intereconomía, 17-12-2009

La propuesta de Gordon Brown y Nicolas Sarkozy que pretende gravar fiscalmente los desorbitados ingresos de los ejecutivos bancarios no ha tenido eco en el presidente español, quien presidirá la UE durante el próximo semestre. ZP también ha hecho oídos sordos a estos y otros líderes en su propuesta de crear una especie de tasa Tobin que gravaría las transacciones financieras internacionales de carácter especulativo. Es más, por estos lares nadie parece interesado en ayudar de algún modo al escalonamiento del pago de las hipotecas o en eliminar el "suelo que ahora rige en la aplicación de los tipos de interés hipotecario. Por no tocar a los bancos, ni siquiera está en la agenda del gobernador del Banco de España la limitación de las comisiones abusivas que cobran los bancos a sus clientes por una transferencia o por sacar en la calle dinero de un cajero automático. No creo que haya (como algún periodista, antaño aplaudidor y de hogaño crítico con ZP, ha escrito) un pacto "secreto entre los grandes de la banca y José Luis Rodríguez Zapatero, pero sería bienvenida alguna medida para poner coto a la natura desbocada de los bancos y entidades financieras.

 


 

En un país de contrastes sociales como es el nuestro, donde los ejecutivos de las grandes empresas cobran mucho más que la media de sus homónimos europeos, parece raro que a su Gobierno –que, además, se dice socialista– no se le haya visto un detalle respecto a los bonus u otras gabelas, como aquella jubilación de 8.000 euros diarios que recibe el señor Goirigolzarri. Parece que al Gobierno le basta con crear un Ministerio de Igualdad, que no se ocupa para nada de la distribución de la renta, pero sí de abortos y de obispos.


Al parecer, ahora, para ser de izquierdas, basta con el buen talante, –mejor aún que aquel que, según su hijo Jorge, tenía don Rodrigo Manrique–. Todo ello trufado con un toque de feminismo radical, sobre un lecho de verdura ecológica.