Ardales es un pueblo malageño que no tengo la fortuna de conocer, pero Ardales es también un símbolo, un símbolo para esta Falange que está escribiendo la historia de aquélla que no pudo ser.
A veces me indigno ante la historia tremenda que nos colocó ante la disyuntiva de tener que elegir, cuando éramos un embrión de organización política. Han pasado ya setenta años. A veces también he fantaseado con otras historias posibles. ¿Y si la Falange y la CNT hubieran creado en aquella España rota un tercer frente rojinegro? Desde luego, Falange y CNT eran las auténticas moscas cojoneras en sus respectivos bandos.
Pero ahora llega Ardales y la oportunidad de escribir otra historia, nuestra historia.
El pacto ha sido con Izquierda Unida. A veces pienso que si esa formación, con sus planteamientos sociales alternativos, tuviera un discurso solidamente español... quizá no hiciera tanta falta esta Falange Auténtica. Sí, ya sé que hay otros temas defendidos por IU (aborto, etc.) que chocan con nuestros principios. Pero en un municipio como Ardales, Falange Auténtica ha llegado a un acuerdo con Izquierda Unida. El acuerdo ha sido posible porque en ese municipio los representantes falangistas y comunistas tienen un tono y un talante compartido: la preocupación por el pueblo. Eso une más y finalmente es más definitivo que los principios que separan en asuntos extramunicipales.
Falange, que un día nació en un teatro madrileño, también ha vuelto a nacer para la vida pública del siglo XXI en ese pueblo de Malaga: Ardales.
Litio