Si el presidente de una comunidad autónoma descubre indicios de corrupción en el gobierno que le antecedió, ¿qué debería hacer? ¿Acaso piensan ustedes que lo razonable sería ir a los tribunales y presentar una querella? ¿Quizá ordenar la apertura de una investigación?... Parece ser que no: el uso entre nuestra clase política es simplemente guardárselo, para utilizarlo como insinuación, como posible arma política, en un debate parlamentario.
Si un grupo político es aludido como sospechoso de financiación ilegal, ¿qué debería hacer si es inocente? ¿Debería negar de inmediato la mayor y afirmar que no es cierto? Si no tiene nada que ocultar y la acusación es una insidia ¿tendría que ser él quien anuncie, en ese mismo momento y sin temor, una querella o quien pida una investigación? Pues parece ser que tampoco: en este caso el uso es chantajear políticamente con otra cosa diferente, para que el denunciante se calle y no siga por ahí.
Éste es el lamentable espectáculo, con un cierto olor a podredumbre, que hemos presenciado en el parlamento catalán. Si todavía hay algún ciudadano que a estas alturas no esté curado de espanto, ciertamente es para vivirlo con estupor e indignación.
Maragall le dice a CiU que "tienen un problema y ese problema se llama 3 %, pero sin anunciar a renglón seguido ninguna medida, simplemente dejándolo caer como intento de amenaza, en una actitud sumamente irresponsable. Pero Mas no pide aclaraciones, no le exige que explique a qué se está refiriendo con eso tan críptico del 3 %, ¡lo sabe de sobra y sin dudarlo! Y lo que le replica es que, como les necesitan en la reforma del Estatuto, no cuenten con ellos por haberlo dicho. Es decir, si CiU piensa que la reforma del Estatut es algo beneficioso para los ciudadanos catalanes, está sin embargo dispuesta a sacrificarla, a utilizarla como mercancía de intercambio, a bloquearla y perjudicar supuestamente a los catalanes, siempre que el ejecutivo autonómico no dé marcha atrás en sus acusaciones, acusaciones a las que no debería tener miedo si no son ciertas, ¿no creen?
El dirigente del PSC-PSOE, teniendo sospechas de una irregularidad y ejerciendo responsabilidades de gobierno, ¡¡no actúa ante la misma!!, sino que prefiere utilizarla para hacer intentar acallar al adversario. El portavoz de CiU, formación acusada de esa irregularidad, ¡¡no la desmiente!!, sino que intenta silenciar al denunciante con otro chantaje político.
En apenas unos segundos presenciamos en el Parlament una escena digna de una película de mafiosos: la ley del silencio, el equilibrio de las complicidades recíprocas: "cállate y no me critiques, porque yo sé esto de ti y podría investigarlo o sacarlo a la luz; "cállate tú, porque como hagas eso, no tendrás mi apoyo político en otro asunto en el que lo necesitas. Así que, efectivamente, el resultado es que los dos estarán callados, sin duda. Nos obsequiarán con un fingido arrepentimiento –el uno- y con una fingida indignación –el otro- de forma que finalmente todo se vaya olvidando y "pelillos a la mar.
Desde FA tenemos que aplaudir que el Fiscal Jefe de Cataluña haya ordenado la apertura de una investigación sobre el asunto. Aunque, lamentablemente, no hay que hacerse muchas ilusiones. Lo previsible es que este equilibrio del silencio entre unos y otros se imponga también en las declaraciones ante fiscalía o en sede judicial -"yo no quise decir eso, "efectivamente, él no quiso decir eso y ya nos lo han aclarado satisfactoriamente- para que finalmente el asunto sea archivado. A ninguno le conviene abrir la caja de Pandora.
Por cierto, ¿saben de qué iba el debate parlamentario? Pues de una menudencia para los políticos: resulta que, a causa de una cadena de negligencias, una serie de ciudadanos de a pie (además muchos charnegos, así que menos importante aún) han perdido nada menos que sus propias casas. Con todo lo que eso supone no sólo en cuanto a trastorno económico -compras, hipotecas, inversiones en reformas...- sino de drama desde una perspectiva humana: pérdida de hogar familiar, de barrio en el que estás integrado, de ilusiones depositadas, de objetos y recuerdos personales muchas veces irrecuperables... Eso sí, numéricamente no son muchos votantes, así que los diputados autonómicos catalanes han decidido aprovechar el debate para centrarse en otras cosillas, y los derrumbes en el Barrio del Carmelo han pasado a un segundo plano. Para los medios informativos y para los políticos, claro. Seguro que para las familias afectadas sigue estando en el primer plano de sus vidas.
Selenio