Qué bonita la última circular de los Obispetes vascos. Qué políticamente correcta, qué linda, qué redacción más ecuánime. La leemos, le releemos, la volvemos a leer por tercera vez y decidimos leerla todas las noches antes de dormir y de rezar el padrenuestro. En las escuelas deberían obligar a los chavales a que se la aprendan de memoria.
Extractos de su obra de arte como “La pacificación de este país” ó “La valoración moral del terrorismo de ETA, ha de ser, pues, gravemente negativa” ó “La Iglesia aboga de manera neta y decidida por la comunicación entre los diversos grupos políticos a través de un diálogo paciente que busca el acuerdo” deberían ser escritos sobre mármol en todas las iglesias del mundo.
Pero señores Obispos, ¿Saben lo que nos pasa a los Falangistas Auténticos? Que somos muy brutos y no les llegamos a entender. Si vamos por la calle y alguien inopinadamente nos da un puñetazo normalmente no le preguntamos por sus problemas psiquiátricos e intentamos contestar de la misma forma. No tenemos salvación en su reino. Lo sentimos, somos pecadores.
¡Qué más nos da Sres. del clero vasco! Vuestro paraíso no es el nuestro y ustedes no son nuestros pastores. Ya les hemos dicho que somos muy brutos, pero algo de historia sabemos. Lo suficiente para recordar su complicidad absoluta con la banda terrorista ETA. ¡ETA nació en un seminario!.
Como se ha escrito ya en estas páginas, ¡vaya sucedáneo de Movimiento de Liberación Socialista que no ha matado ni a curas ni a banqueros!
Y no se interprete esta crítica, escrita desde el dolor, como una complacencia con la política antiterrorista del sistema. No nos hartaremos de decir que el terrorismo no se combate poniendo la nuca ni creando chapuceras bandas antiterroristas. La única manera de combatir el terrorismo y su germen, el nacionalismo vasco burgués, es creando en los habitantes de este pueblo su orgullo de ser español, orgullo de pertenecer a una patria justa, próspera y con un proyecto de vida en común.
Al terrorismo y a su germen, no se les combate a base de españazos, ni inundando de banderitas rojigualdas las provincias vascas. Ese patrioterismo barato es muchas veces la causa del nacionalismo, ya que es muy difícil sentirse orgullosos de la España de Gran Hermano.
Pero nada, a lo que ibamos, sigan así, soltando de vez en cuando algún que otro obispazo, nos encantará leerlos.
“Joder qué tropa”