Con esa misma expresión, ¡No hay excusa! titulaba el diario proetarra Gara su editorial del domingo 15 de septiembre. Se refería al trato que la Ertzaintza había dado, la tarde anterior en Bilbao, a los asistentes a la manifestación contra la ilegalización de Batasuna.
Gara, tras acusar al gobierno de Ibarreche de ponerse a las órdenes de "quienes no tienen otro objetivo que la destrucción de este pueblo, calificaba de brutal la actitud de la policía autonómica porque había cargado "contra decenas de miles de vascas y vascos que acudían a una protesta con legitimidad social, que perseguía defender las libertades. Según el panfleto calificarlo de periódico sería un honor inmerecido para semejante basura "no había excusa "para disparar y aporrear a hombres y mujeres, ancianos y niños que defienden sus derechos y la libertad. "Hijas e hijos de este pueblo cuya "única arma era una gran ikurriña y su dignidad.
Desde Falange Auténtica les decimos a los cómplices de los asesinos etarras que efectivamente ¡No hay excusa!. No hay excusa para que sigan mintiendo descaradamente, para que se inventen la historia a su gusto, para que difamen y calumnien con su actitud a todo el pueblo español incluido el vasco -.
Desde Falange Auténtica les decimos que no hay excusa para su victimismo. Les recordamos que son ellos quienes amparan, alientan y defienden a los asesinos, mientras el resto del pueblo español incluido el vasco sufre los atentados. No hay excusa para su paranoia. No hay excusa para su actitud hipócrita y carroñera. No hay excusa para que, a través de sus libelos, atenten contra la dignidad de las víctimas de ETA y sus familias.
Por mucho que busquemos no encontramos ninguna excusa para revestir de un mínimo de dignidad sus indignas acciones. Tampoco nos creemos que en esta ocasión su única arma fuera una gran ikurriña. Puede que los manifestantes no portaran pistolas o bombas, pero por sus caras y sus gritos sabemos que portaban otras armas tan peligrosas o más que las de fuego: el rencor y el odio hacia cualquier ser humano que no comulgue con sus aberrantes delirios.