Finaliza en este principio de curso político una etapa en la vida de Falange Auténtica. Coincidiendo con el final del mandato de la actual Ejecutiva Nacional del partido, se darán por finalizados los trabajos de la misma y se cederá el control de la organización a sus órganos soberanos, para que sus militantes decidan sobre los objetivos para el próximo periodo y la estrategia para conseguirlos.

 

De los objetivos planteados en el Congreso Constituyente de Falange Auténtica, una gran parte de ellos se ha conseguido, habiendo quedado otros parcialmente cubiertos por una organización que avanza decididamente hacia su definitiva consecución.

 

Nuestra formación política ha conseguido, en estos cuatro años, consolidar un carácter propio y ha sido avalada por el reconocimiento público de ser la Falange que ha heredado los planteamientos de quienes en su día se opusieron a la manipulación y a la fagocitación derechista del movimiento que fundara José Antonio Primo de Rivera. Hablar hoy de Falange Auténtica es referirse a una organización con vida propia y con un discurso diferenciado e identificable. En un panorama político donde la denominación de falangista no es exclusiva de nuestro partido, dicha identificación, por necesaria, formó parte de nuestros objetivos prioritarios. Hoy por hoy, es fácil observar en nuestro grupo características diferenciales que nos convierten en una organización claramente comprometida con su tiempo, con un arraigo cada vez mayor entre colectivos sociales de nuestro país e indisolublemente unida a esa definición que nuestros hechos y nuestros mensajes han hecho cierta: somos la Falange social y democrática.

FA se propuso desarrollar ideales falangistas para el siglo XXI. Nuestra creencia en la bondad de la unidad frente al permanente enfrentamiento político, desde el reconocimiento a la libertad de las personas y a su consecuente disparidad de opiniones políticas, nos ha llevado a proponer formas de hacer política basadas en el consenso y en la conciencia de patria, considerada ésta como un proyecto común, donde son bienvenidas las diferencias, pero donde se deben perseguir fines comunes.

Esos fines son, para nosotros, el desarrollo de un marco de convivencia basado en la libertad, la dignidad y la integridad de las personas, enmarcando nuestro discurso en el Personalismo, característico de una doctrina que siempre puso a las personas en el centro del sistema y que atribuye al hombre y a la mujer la libertad necesaria para poder cumplir en la sociedad con su misión. Misión voluntaria e individual pero coordinada con la de los demás, dentro de un esquema de normas que tiendan siempre a la mayor justicia y a la mayor cobertura de las necesidades de los más desfavorecidos.

 

Nuestra defensa abierta de una democracia más participativa, abriendo cauces no sometidos al monopolio actual de los partidos políticos sobre la voluntad popular, es una característica ideológica que han servido para mantener nuestra identidad por encima de malentendidos e interpretaciones manipuladas. Hemos sabido demostrar, con nuestra presencia y nuestra participación en diferentes convocatorias civiles que nuestra vocación no es de aislamiento sino más bien de aproximación a todos nuestros compatriotas, en un intento de llevar junto a ellos nuestra patria a una mejor situación.

 

Nuestra absoluta renuncia al egoísmo como herramienta de proselitismo o como anzuelo para "pescar votantes, ha sido y debiera seguir siendo una característica intrínseca del mensaje de Falange Auténtica. Sólo es concebible nuestra opción política entendiendo que la justicia no es válida si es sólo para unos pocos, que los derechos y los deberes han de ser de todos y no sólo de unos cuantos y que han de ser idénticos para los que nacieron aquí o allí, en determinada cuna o en determinado catre.

 

Manifestamos nuestra oposición frontal a la ruptura del marco institucional actual, que se traduce en una clara tendencia a la división del proyecto español en una serie de proyectos menores, basados teóricamente en distinciones culturales o nacionales, pero finalmente sustentados por la insolidaridad y el egoísmo de aquellos que prefieren manejarse con sus recursos sin estar sujetos a sistema de solidaridad alguno con sus vecinos. Nuestra postura no ha de ser confundida con un espíritu uniformador, que es totalmente ajeno a nuestra intención y que atenta directamente contra nuestras posiciones políticas. Apoyamos con decisión los procesos de descentralización administrativa y el logro de las mayores cotas de autonomía municipal que puedan conseguirse, dentro del respeto al proyecto nacional de todos los españoles.

 

El alineamiento permanente con quienes pretenden superar el marco injusto y deshumanizador del capitalismo ha sido otra característica de profundas raíces falangistas, revalidado por nuestra organización. Somos conscientes de la dificultad que entraña el que se den las condiciones para la realización de una revolución total, pero también nos oponemos a que este mundo nuestro, marcado por la globalización y sus consecuencias, puede seguir indefinidamente regido por el dios dinero y la cuenta de resultados de las grandes corporaciones multinacionales.

 

Hoy nos enfrentamos a nuevos retos, que se verán sustanciados en varias convocatorias electorales en los próximos veinticuatro meses y, ante esa realidad, necesitamos reforzarnos y seguir caminando en la senda que nos hemos marcado. Queremos hacer, cada vez más, de nuestro ideario político una verdadera corriente de opinión entre todos nuestros conciudadanos, capaz de poner en marcha una revolución silenciosa e incruenta, pero a la vez imprescindible, ilusionante y sumamente atractiva: la revolución de las personas hartas de no participar en su futuro, hartas de no poder regir su propio destino y hartas de ceder en manos de otros la responsabilidad de dar un futuro mejor a nuestros descendientes. La revolución que nosotros, que somos muchos, queremos.

 

La Ejecutiva Nacional de Falange Auténtica