Pedro Ignacio Fernández
Ex militante de FE-JONS
El futuro enlace del heredero de la corona con una plebeya ha desempolvado el antiguo debate Monarquía o Republica. La caída de la dictadura trajo la restauración monárquica, en el periodo convulso de la transición esta institución fue entendida por todas las fuerzas políticas, incluso las que defienden un ardiente republicanismo, como un elemento conciliador de las dos Españas.
Cumplidos los 25 años de constitución, el papel de la monarquía como garante del Estado ha dejado de ser relevante, por mucho que les pese sus mas encorajinados defensores. Si la democracia y la soberanía corresponden al pueblo como dice nuestra constitución, si el pueblo es el depositario de dicha soberanía y todos somos iguales ante la ley, porqué permitir que una familia ejerza el poder en este país y detente su representación en perjuicio de la voluntad popular.
Que se deje al pueblo soberano que legitime a través de las urnas la forma de Estado que desee. Ya se abrirá en su momento el debate que tipo de Republica. La monarquía española ha cumplido su ciclo, no tiene sustancia. Proclamaremos su caída con toda la emoción que se merece, teniendo respeto para quien todavía la defienda, aunque convencidos estamos de su situación anacrónica.
Si reclamamos el poder soberano del pueblo exigimos un ejercicio verdadero del sistema democrático. Mas que a un sistema democrático verdadero asistimos a un sistema partitocratico. Aquí el pueblo carece de órganos de expresión, constituyendo la representación una burda falsificación. El representante del pueblo en el Parlamento no tiene relación alguna con el pueblo. El Estado deja fuera a la realidad comunitaria. Y ante esta situación, qué solución se puede implantar?. La única solución es la implantación de una democracia participativa. Por medio de ésta se amplían los canales de participación del ciudadano en el proceso de toma de decisiones, aquí verdaderamente el ciudadano es quien decide.
Este concepto de democracia participativa apareció en los medios de comunicación de forma masiva desde que se celebro el foro de Porto Alegre, destacando el del presupuesto participativo. La idea es la creación de consejos de participación, órganos en los que las organizaciones sociales puedan opinar ante representantes de la administración para que escuchen su opinión, teniendo en este caso los consejos un carácter asesor o consultivo pero sin capacidad de decisión.
Pero la democracia participativa que reivindica Porto Alegre no es realmente una democracia directa, porque incluso el termino de participativa está mal utilizado, solo hablan de participación y la verdadera democracia es DECISIÓN. Y Francisco José Cuevas explica muy bien en su articulo "Las insuficiencias de la democracia participativa cuando habla que realmente lo que promueve la izquierda y los partidos progresistas no es verdadera democracia directa, sino una especie de co-gestion. El poder se ha dado cuenta que las instituciones democráticas y los partidos políticos están en un preocupante proceso de deslegitimación que les obliga a buscar nuevos cauces de relegitimación, intentando llevarse a su vera a asociaciones, sindicatos y ONGs.
La co-gestion es pan para hoy y hambre para mañana, porque nunca se va a tener el poder de decisión total que es lo importante y el verdadero fin de la democracia participativa.
Y entonces que se entiende por verdadera democracia representativa?. Aquélla en donde tiene cabida las asociaciones políticas, partidos, asociaciones de vecinos, sindicatos, colegios profesionales, colectivos de estudiantes, amas de casa, etc. Al permitir la presentación directa del pueblo, sin el uso de intermediarios, se sale de la trampa de la democracia representativa. ya que son estos colectivos quienes tienen el poder de decisión
Podemos tomar un solo ejemplo. El papel de los sindicatos. Aunque se parta de la base que los medios de producción han de estar en manos de quien los trabaja, el papel de los Sindicatos en la actualidad es importante por su contribución para la regulación del mercado de trabajo, coordinar la participación de los trabajadores en la dirección de la empresa y en el reparto de los beneficios, en el desarrollo de normativas que afecten a la legislación laboral, prevención de riesgos, seguridad social, etc. Pero un verdadero Sindicato, que defienda los intereses de los trabajadores, no como en la actualidad que son meros instrumentos al servicio del capital.
El desarrollo de una democracia participativa rompería el sistema exclusivista partitocratico dando paso a un sistema plural en sus ideas y en las instituciones que lo sustentan. Y se haría verdadero la máxima, tu participas, tu decides.