Dionisio de Osma
Supongo que el título de este escrito, podría parecer extraño, pero a mi juicio no lo es, porque el tema que nos ocupa, considerándolo como un todo, como un conjunto de sucesos acaecido en el período de 1931 – 1975, constituye un asunto polémico, espinoso y al que con el sosiego y la visión de conjunto, - más allá de lo superficial y de lo aproximativo -, que permiten los años transcurridos, no se debería tratar con prejuicios, apasionamiento, e incluso rencor, y es esa parte de la historia de España, acaecida bajo los gobiernos de la Segunda República, y del general Franco, que se manifiesta como eso, como un ave Fénix maldita, que renace una y otra vez de sus cenizas, por mano de ciertos grupos de descerebrados, para recordar a todos los hijos de esta tierra, de España, hechos, sobre los que por el bien común, se debe, y se tiene que correr de una vez por todas, un opaco velo.
No quiero decir con esto, que la historia deba ser olvidada, - puesto que los pueblos que olvidan su historia, están condenados a repetirla -, o sometida a manipulaciones interesadas, tanto por detractores como por correligionarios, pero la historia es eso, historia, y no debe ni puede ser un arma arrojadiza que provoque que tengamos que afrontar el presente y el futuro, de una manera hipotecada, con miedos, sospechas, rencores e incluso con desesperanzas, como si una gigantesca espada de Damocles nos amenazara continuamente.
Recientemente, la Constitución Española, nuestra conocida Carta Magna, ha cumplido veinticinco años, exactamente, el día 6 del mes en curso, efemérides notablemente empañada, por el esperpéntico acto – por concederle un nombre civilizado -, que organizado por los grupos parlamentarios en la oposición, tuvo como objeto, un sentido, aparentemente inexplicable: homenajear a las víctimas del franquismo, de durante y después, de nuestra incivil contienda.
No voy a entrar de lleno, - por el momento -, en la valoración de tal despropósito, puesto que si realmente se homenajeaba a las víctimas del franquismo, supongo que eso incluye a José Antonio Primo de Rivera, víctima física y después intelectual de los designios del dictador, puesto que éste, intrigó de manera más que apreciable para que fracasaran todos los planes encaminados a liberar de su reclusión penitenciaria en Alicante a nuestro Jefe, y que luego procedió a manipular, por un cálculo frío e interesado, su pensamiento, para justificar actitudes que José Antonio nunca hubiera aprobado.
Es de suponer, que igualmente, tal acto, también pretendía reivindicar la memoria de hombres como Manuel Hedilla Larrey, Jefe de la junta de Mandos Provisionales, luego segundo Jefe Nacional de Falange Española, y por ello, sucesor de José Antonio, destruido como falangista y como hombre en el seno de una farsa de juicio, orquestado por los sabuesos del difunto general, (para que ninguno de los resortes del poder escapara al mando del omnipotente legionario), y condenado por ello a dos penas de muerte, luego conmutadas por cadena perpetua y más tarde, por unos años de confinamiento en Palma de Mallorca.
Tampoco podemos pasar por alto a camaradas como Dionisio Ridruejo Jiménez, sucesor ideológico y espiritual de José Antonio, brillante y comprometido escritor, al que su posterior disidencia para con el régimen le costó el pasar algunas temporadas en la cárcel, y que el dictador le dedicara frases lapidarias como "¿Dionisio?, ¡mucho Ridruejo y pocas nueces!, "Tránsfuga, apóstata y resentido o "Resuello pestilente de infamias y vilezas.
No podemos evitar, puesto que se trata de un homenaje a las víctimas del franquismo, que no acudan a nuestra memoria, nombres de camaradas nuestros como Manuel Durruti (hermano del conocido líder anarquista), asesinado durante una acción de los franquistas contra la Falange, en 1937, en León, - por su condición de Hedillista -, el de Juan José Domínguez, protagonista de la refriega con los carlistas en el Santuario de la Virgen de Begoña, fusilado en 1942, como "escarmiento y ejemplo (!) para frenar los impulsos de los considerados como "falangistas auténticos, el de José Antonio Pérez De Cabo, responsable de finanzas de la entonces clandestina Falange Auténtica, autor del primer libro sobre Nacional – Sindicalismo, Vieja Guardia de la Falange, fusilado en 1942, tras un juicio sumarísimo cargado de sobreentendidos y de mentiras, y el de José Fernández Fernández, Vieja Guardia de la Falange, medalla individual al Mérito Militar, asesinado el 28 de Agosto de 1942, contra las tapias del cementerio de Alía, junto con sus padres y otros vecinos de las localidades de La Calera y Alía (Extremadura), por cuestionar – supuestamente - la autoridad del entonces Teniente Coronel de la Guardia Civil, Manuel Gómez Cantos, al intentar evitar que fusilara a toda aquella gente.
Y por último, y no por ello, menos importante, referirnos a todos aquellos camaradas de la Falange primigenia, de la Falange de José Antonio, que aún sobreviviendo en algunos casos a dos guerras, fueron víctimas políticas del dictador, el cual, vampirizó primero a nuestro movimiento, luego lo prostituyó, y más tarde lo sustituyó por un engendro político por él concebido, denominado FET y de las JONS en un principio, y más tarde, Movimiento Nacional, que resultó ser un amasijo incoherente de burocracia y patrioterismo derechista grandilocuente, espectacular... e ineficaz.
Entrando en materia de lo que al principio de este escrito nos ocupaba, en apariencia no es fácil entender que finalidad política se busca (benigna no, por supuesto), con la aberrante e inadecuada idea de "santificar las víctimas del franquismo en el año 2003, a casi 65 años del final de la guerra civil, y a 28 años de la muerte del dictador, refrescando la memoria histórica colectiva sobre una problemática etapa de la historia de nuestra patria, que debe ser, eso, historia, y nada más.
Dije que no es fácil entender la finalidad política de tales actos, pero sí que es fácil, saber que los motiva, y tal cosa, no por aberrante debe ser ocultada, puesto que no es otra cosa, que odio, revanchismo y una supuestamente "superioridad moral, para reivindicar en apariencia, que los muertos de un bando tienen más importancia que los del otro, cuando todos ellos, los de un lado y del otro, eran españoles, y que equivocados o no, luchaban por una causa que consideraban suficientemente justa e importante como para arriesgar la existencia en el intento.
Ya que está tan en boga, el pedir indemnizaciones, solicitar procesamientos, e iniciar investigaciones, puesto que parece que para muchos, - más de los que la cordura aconsejaría -, la memoria es mala consejera, - esa, que cuenta verdades, y es martillo de las conciencias -, es conveniente recordar, que por ironías de la historia, del azar, o de la imperfección inherente al mundo humano, aquellos que padecieron torturas, privaciones, hacinamiento, falta de libertad e incluso fueron asesinados en las checas y cárceles republicanas, no recibieron indemnización alguna por sus sufrimientos o por sus seres queridos muertos, y tuvieron que ver, décadas después, como los vencidos sí eran indemnizados, por haber pasado cierto tiempo en los penales del régimen.
Otra cosa es que el método para contrastar criterios divergentes e incluso opuestos, y de buscar coincidencias, fuera el más adecuado, puesto que si una guerra entre dos naciones es una desgracia para ambas, el resultado, al menos para el vencedor, puede comportar algunos beneficios, como mantener su independencia, compensaciones territoriales etc, puesto que el coste material y humano de la contienda, puede relativizarse en relación al del contendiente perdedor, pero aún así, no deja de poner de manifiesto, que un campo de batalla, es el más descabellado medio para zanjar disputas, pleitos o diferencias, y más, - como tristemente fue nuestro caso -, entre hermanos, ya que aunque debería resultar obvio, me veo obligado a recordar, - a la vista de las insensateces contempladas -, que una guerra civil, es la mayor desgracia que puede alcanzar a una nación, puesto que las pérdidas, en este caso, ni pueden ni deben relativizarse, asignando a unos caídos el papel de "héroes, y a los otros el de "villanos, puesto que cuando la muerte nos alcanza, esa que no distingue ni honores, ni coronas, ni mitras, ni títulos, ni conocimiento, ni riqueza, ni hermosura, ni juventud o poder, nos convierte a todos, equiparándonos, en lo que somos, y en lo que sólo debemos ser por encima de cualquier otra cosa: españoles y hermanos.
Insisto, la historia, debe ser eso, historia, porque resulta tremendamente fácil, de unos y de otros, airear los trapos sucios, como hacer mención en primer lugar a la cita realizada el 6 de Mayo de 1936, por el mentalmente incapaz Jefe de Gobierno del Frente Popular, Casares Quiroga, el cual, manifestó que "el Gobierno es beligerante frente a Falange Española, declaraciones sobre las que se reafirmó en El Sol y Claridad (éste último, órgano oficial del PSOE), el 6 y el 14 de Mayo de 1936, siguiendo con la sentencia de la sala Segunda del Tribunal Supremo, con fecha de 8 de Julio de 1936, que reconocía la licitud de Falange Española, y fallaba que no había lugar al recurso de casación, interpuesto por el Gobierno del Frente Popular, por quebrantamiento de la sentencia de 30 de Abril de 1936, la cual absolvía a nuestra organización, y declaraba legal su existencia, sentencia que mediante la censura gubernamental, se impidió su difusión, y que permitió que de manera ilegal, José Antonio y varios miles de falangistas, continuaran en la cárcel.
Muchos miles de españoles sufrieron en sus carnes y en su inmensa mayoría pagaron con la propia existencia, como fue el caso, del propio José Antonio, de su hermano Fernando, de Julio Ruiz de Alda Miqueleiz y de Ramiro Ledesma Ramos, entre 1931 y 1939, los efectos del "exceso de tolerancia democrática de todas aquellas organizaciones de izquierdas, que luego conformaron el Frente Popular.
Bajo el prisma de este esperpéntico homenaje, da la impresión que los organizadores de tan descabellado evento de homenaje a la Constitución, han olvidado los asesinatos masivos, realizados en Madrid y sus alrededores, por las milicias del Frente Popular, en localidades tristemente famosas, como Paracuellos del Jarama, Torrejón de Ardoz, Guadalajara y un largo etcétera, repulsivos actos de barbarie, - realizados en muchos casos por delincuentes comunes, puestos en libertad a partir del Julio de 1936 -, sin proceso judicial alguno, y que en muchos casos, fueron precedidos por atroces sesiones de tortura, no para que el supuesto "desafecto o "insurrecto confesara, si no por simple divertimento de depravados individuos, carentes del más mínimo rastro de humanidad, reclutados en muchos casos, entre la carne de psiquiátrico penitenciario, que cumpliendo órdenes del entonces Consejero de Orden Público, Santiago Carrillo, "hijo predilecto de Stalin, y maestro de chequistas torturadores, carniceros y cobardes, siguieron una política de exterminio de sectores enteros de la sociedad, por el mero hecho, de tener unas afinidades políticas "inadecuadas o simplemente por poseer ciertos bienes o comodidades, o ser cristiano, como procedimiento para implantar en España, un fiel reflejo del más carnicero, sanguinario y pervertido régimen tiránico que ha habido sobre la faz de la tierra: el gobierno dictatorial de la ya afortunadamente extinta U.R.S.S.
En el Madrid republicano, durante los tres años de guerra, fueron asesinadas cuatro veces más personas, que las condenadas a muerte y ejecutadas, durante los años inmediatos de la posguerra, lo que sin lugar a dudas, pone de manifiesto la espeluznante y brutal represión que sufrieron todos aquellos infortunados, que por un motivo o por otro, fueron víctimas de los esbirros del Frente Popular.
Claro que esto no incluye el resto de asesinatos cometidos por las partidas de indeseables que pululaban por el resto de la España republicana, que si nos atenemos a las documentadas listas que se guardan en el Santuario de la Gran Promesa de Valladolid, las mismas, arrojan una cifra total, real y comprobada de 152.739 crímenes, bien por ideas políticas, bien por religión, por codicia, por lujuria, por ajuste de cuentas entre vecinos o conocidos o sabe Dios por qué.
No voy a negar, que en ambas zonas de España, hubo represión y muertes injustificables, pero no es momento de tales insensateces, rememorando los sufrimientos padecidos, por los todavía vivos y los ya muertos, de un lado y del otro, porque tales actos sólo consiguen reavivar las hogueras de los odios ancestrales y que las viejas heridas supuren sangre y resentimiento, cuando ya es hora de que cicatricen, pero que parece que algunos impresentables, pretendiendo obtener un repulsivo y mezquino rédito político, explotan cuan filón de oro, sustrayendo de la catalepsia pretéritos ríos de sangre, rencor y maldad entre hermanos.
España, nuestra España, no representa hoy por hoy nada de eso, ni la "España Nacional, ni la "Anti – España, puesto que la voluntad conciliadora de todos los españoles, se recoge en nuestra Constitución, y expresa nuestra firme creencia en la tolerancia y en el diálogo como los más adecuados cauces para la resolución de nuestros problemas, que son muchos y de compleja resolución.
Actualmente, España es una nación democrática, con sus alegrías y sus penas, como tantos otros países, donde no viene al caso vitorear a aberrantes "Estados – Checa, como la segunda República Española, o enarbolar viejas banderas tricolores manchadas con la sangre de miles y miles de inocentes, en la sede del Congreso de los diputados.
Por cierto, y antes de que se nos pueda pasar por alto, ya que hemos hablado del tan siniestro hijo de Stalin, (creo que es el más correcto apelativo que puede dársele, ya que renegó públicamente de su propio padre, por "amor a Stalin), resulta una ironía, - ciertamente repugnante -, que este sujeto participe en los actos de homenaje a la Constitución, puesto que si hay algo de lo que este individuo no puede presumir, es de ser un ferviente demócrata, y sí de ser un vendepatrias, embustero, sanguinario y cobarde, que cómoda y tranquilamente, como buen submarino comunista a sueldo del KOMINTERN, a salvo de cualquier peligro y privación, daba rienda suelta a sus instintos homicidas enviando a miles de inocentes al martirio, - rindiendo con ello pleitesía al mayor genocida de la historia -, mientras muchos de sus compañeros iban a las trincheras, a luchar y a morir.
Por eso, tales despropósitos, revestidos de un barniz de "homenajes, amparándose en el XXV aniversario de nuestra Carta Magna, son una auténtica vergüenza, y una inmoralidad, por cuanto fomentan la división entre hermanos, asignando a unos el papel de verdugos, y a otros, el de víctimas, y porque nuestra ley fundamental, cúspide de nuestro sistema legal, merece un respeto, (cosa que hay que recordarle encarecidamente a sujetos como Ibarretxe) puesto que es la herramienta, - eso sí, mejorable, como todo en este imperfecto mundo -, para conseguir que la paz, la libertad y la convivencia respetuosa entre individuos con diferentes criterios en diversas esferas de la existencia, dejen de ser palabras hermosas y carentes de sentido en boca de los poderosos, y que de una vez por todas, España, nuestra España, este castigado solar patrio, cuna de tantos héroes, emperadores y conquistadores, sea cada vez más única, más grande, y más libre, y para que cada vez, seamos más los españoles, que orgullosos de ser lo que somos, gritemos al unísono: ¡Arriba España!.