José Antonio Primo de Rivera, o José Antonio, a secas, es uno de los pocos políticos e ideólogos a los que se le conoce por su nombre de pila y cuando se le nombra no es necesario citar sus apellidos ya que se sabe a quién se está aludiendo. Tal es el calado, histórico y presente, de una figura política atractiva, controvertida, tergiversada pero que, por encima de todo, ha dejado una huella imborrable en el pensamiento político español contemporáneo.
Sobre la obra política de José Antonio se ha escrito mucho y se sigue escribiendo, debatiendo, analizando, porque cada vez son más las mentes libres e intelectualmente honestas que descubren la grandeza de sus propuestas, la justicia que llevan implícitas derivadas de su honestidad personal, que lo hizo comprometerse con los desfavorecidos, y de su concepto de España derivado de ese patriotismo serio, crítico, austero que le llevó a parir un programa revolucionario y regenerador para dotar de justicia, libertad y progreso para todos, al concepto de Patria.
José Antonio fue un innovador, una persona de su tiempo pero, a la vez, adelantado al mismo, que a quienes lo admiramos y tratamos de continuar su obra, nos ha convencido por sus propuestas y por sus hechos. Porque José Antonio fue coherente y vivió como pensó, llegando por ello hasta las últimas consecuencias, dando su vida por todo aquello en lo que creyó y nosotros creemos.
Pero la grandeza de José Antonio no queda ahí. Gracias a las líneas maestras de su pensamiento, tenemos en nuestras manos la posibilidad de construir un proyecto político y de gobierno ajustado a las necesidades de la España de hoy. Un programa basado en la justicia social, para que los trabajadores, los empresarios y los autónomos puedan desarrollar su actividad en un marco laboral justo, en el que el Estado fije unas reglas que eviten situaciones de injusticia y explotación.
Siguiendo a José Antonio, tenemos la posibilidad de ofrecer una España unida y soberana, que sea capaz de tomar sus propias decisiones en asuntos importantes sin plegarse a presiones foráneas. Su sentido del patriotismo nos debe incentivar a apostar claramente para lograr nuestra soberanía energética y alimentaria, velando por el cuidado de nuestros recursos naturales y el valioso patrimonio histórico de nuestro País. España es una nación plural y la defensa de su unidad y continuidad histórica no ha de estar reñido con el respeto a las singularidades de los pueblos que la integran, garantizando la igualdad de todos los españoles, en derechos, obligaciones y oportunidades, cualquiera que sea la parte del territorio nacional donde residan.
Son muchos los rasgos de la personalidad de José Antonio que lo hacen merecedor de respeto. Era, sobre todo una persona justa, comprometida, que asumió un compromiso ético que mantuvo en los momentos más duros de su vida. Por eso, su ejemplo nos enseña que la política es un vínculo que asumimos libremente con nuestra Patria. Estamos aquí para servir a España y a sus gentes, especialmente a los humildes, y no para servirnos de ella. Nuestra presencia en la vida pública está impregnada de una fuerte vocación de servicio, queremos poner nuestro trabajo y nuestra inteligencia, con humildad, al servicio de nuestros compatriotas, de nuestros barrios y pueblos, de nuestra Nación. Y lo hacemos así porque aprendimos de José Antonio que el buen ejemplo y una vida recta, son nuestra mejor tarjeta de presentación. Por eso trabajamos por la regeneración democrática para cerrar el paso a la corrupción, a la explotación, a la injusticia y consideramos, como él nos indicó, que la persona, su dignidad e integridad, ha de ser el eje sobre el cual giren todas las políticas.
Hace 81 años que un pelotón de fusilamiento segó la vida de un joven político español, que llegó hasta las últimas consecuencias defendiendo aquello en lo que creía. Pero esas balas no pudieron acabar con su pensamiento, con sus ideas, ni siquiera con su proyección histórica. Porque José Antonio, más que presente, lo que está es vigente.
Antonio Pérez Bencomo
Secretario General de Falange Auténtica