¿Por qué la unidad de España es la mejor garantía para nuestros derechos?
- Preguntas enviadas por M.A.
En primer lugar, porque la garantía efectiva de los derechos individuales cuesta dinero y la riqueza nacional española se halla desigualmente repartida entre sus diversas regiones. El principio de solidaridad nacional garantiza que las más ricas sufraguen el gasto de las más pobres. De romperse la unidad nacional esa solidaridad desaparece y se hace imposible la garantía de los derechos fundamentales en estas segundas.
No obstante, la aludida desigualdad no tiene nada que ver con la pretendida “superioridad” de vascos y catalanes frente a la idiotez y la molicie insuperable de andaluces, extremeños, gallegos o castellanos. Muy al contrario, es fruto de una constante e injusta política con trescientos años a su espalda: el trato de favor dispensado por los diferentes Gobiernos centrales a determinados territorios en detrimento de otros, privando a estos de todas sus oportunidades. España lleva siglos invirtiendo en Cataluña y en el País Vasco aun a costa del sufrimiento real de las regiones meridionales. Porque la riqueza de estos dos territorios desarrollados se construyó detrayendo las inversiones elementales necesarias en el resto del país. Sólo la preservación de la unidad nacional permitirá que los descendientes de aquellos hombres y mujeres condenados a la miseria, para mayor medro de Cataluña y País Vasco, reciban el trato justo que se les negó durante generaciones. Porque la riqueza catalana y vasca es un invento, un producto, una estrategia económica española, centralista, calculada y –por el bien de todos- debe permanecer irreversible. No hay riqueza en Cataluña y País Vasco para revertir las inversiones que, durante siglos, el resto de España ha realizado en su progreso y nivel de vida. Por tales razones, medidas insolidarias como el “cupo vasco” nos resultan inaceptables.
En segundo lugar, la garantía de los derechos individuales pasa en estos momentos por las instituciones europeas. Y a mayor representatividad, mayor capacidad de negociación. Fragmentar la unidad nacional frente a Europa sería un acto suicida para todos. En este punto se pone de manifiesto que esa deseable unidad no incumbe tan solo al ámbito territorial sino, principalmente, al ámbito político. A mayor unidad de criterio de los partidos políticos en torno al bien común de España, mayores garantías de los derechos individuales. Pero la unidad patriótica de los partidos supone la mayor quimera imaginable en un sistema basado en la pugna y la confrontación electoral. Y, con harta frecuencia, hemos presenciado cómo nuestros eurodiputados han votado en contra de los intereses nacionales en Bruselas a favor de sus mezquinos intereses sectarios. Y este es, sin duda, un mal mayor; una forma sibilina de traición al pueblo español.
