¿Cómo define Falange Auténtica la JUSTICIA SOCIAL? ¿que opina de la polémica del presidente de Argentina, Javier Milei, que ha denostado ese concepto? ¿Se hace un mal uso de la palabra Justicia Social por parte de la izquierda y la derecha?
- Preguntas enviadas por M.A.
Entendemos la Justicia Social como el principio que garantiza una vida digna a las personas que no son capaces de generar ingresos suficientes para lograrla por sí mismas. Se concreta en una serie de políticas estatales que se sufragan a través de los impuestos, destacando entre ellas la sanidad y la educación universales y gratuitas, los subsidios por desempleo o enfermedad, las pensiones por invalidez, edad o discapacidad, el acceso a la vivienda protegida y las ayudas contra la pobreza energética, entre otras. Un Estado social es aquel que se impone a sí mismo la obligación de cuidar de quienes, por muy diversas circunstancias, han quedado al margen del mercado laboral o sufren los efectos de la actual ofensiva ultracapitalista donde los salarios no son suficientes para responder a todas las necesidades individuales.
Pero la Justicia Social no es sinónimo de la caridad social. Sus beneficiarios no son objeto de una dádiva o de una gentil concesión del Estado. La riqueza nacional, precisamente por ser nacional, es patrimonio de todos los hijos de un país. Colectiva, comunitaria, es la fuerza de trabajo humano que contribuye a crearla así como la totalidad de los bienes y recursos naturales que constituyen la base material imprescindible del progreso económico. El mismo concepto de propiedad privada de estos recursos es una ficción. Basta advertir la facilidad con la que los Estados revolucionarios recuperaban dicha propiedad sin la menor consideración hacia sus antiguos “dueños”. Un simple decreto legal, preferiblemente respaldado por un ejército popular, basta para abolirla.
Entendemos, pues, que la riqueza nacional es de todos los connacionales y entre ellos ha de repartirse. No de manera igualitaria, ni siquiera estrictamente proporcional ya que las servidumbres de la división del trabajo no pudieron ser abolidas ni bajo la dictadura del proletariado ruso. Pero todos deben sustentarse de una forma digna a través de los frutos que su país es capaz de generar. La mentalidad individualista del liberalismo no alcanzará a entenderlo, pero tanto el país, su riqueza y sus recursos naturales y laborales son propiedad común del conjunto de la ciudadanía. Son bienes colectivos, no privados.
La manera correcta de proceder a este reparto de la riqueza nacional es a través del pleno empleo. Sin embargo, lamentablemente, el pleno empleo es un concepto absolutamente refractario a la lógica del capitalismo. “Si puede hacerse con dos no lo hagas con tres” porque contradirías la pulsión capitalista por la ganancia, la acumulación, el ahorro y el control del gasto. Por tal motivo, indefectiblemente, son muchos los que se quedarán al margen del sistema productivo y seriamente amenazados por la exclusión social. Y es en este preciso instante cuando se produce la situación de injusticia que es necesario atajar: ¿por qué, de manera arbitraria, unos individuos pueden vivir de la riqueza que genera su Nación y otros no, si tal riqueza es nacional y pertenece a todos? En efecto, si la mentalidad capitalista no tiene otro horizonte que la retribución a los accionistas, el Estado, si se autoproclama social y democrático de derecho como en nuestro caso, debe tener como primer objetivo el bienestar de toda la ciudadanía.
Quienes interpretamos la realidad liberal-capitalista como profundamente injusta somos los partidarios de la Justicia Social. Los otros suelen contentarse con la trivialización del problema asumiendo que los receptores de las medidas sociales son unos puros zánganos cuya pretensión no es otra que la de vivir a costa del trabajo de los demás. Ojalá nunca lleguen a verse en una situación de precaria necesidad social… o tal vez lo merezcan.
