Tras el reciente veto del Senado a la ley aprobada en el Congreso de los Diputados sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo y la posterior ratificación por parte de éste, en tercera lectura, de la misma ley, podríamos preguntarnos de manera sencilla ¿para qué sirve el Senado?, si la última palabra en la aprobación de las leyes las tiene el Congreso y lo único que puede hacer la Cámara Alta, en caso de discrepancia, es retrasar el tiempo de entrada en vigor de aquellas.
En una democracia imperfecta como la nuestra, donde el excesivo poder de los partidos políticos y la agobiante burocracia, acompañados por una prensa servil y un Poder Judicial controlado por el Ejecutivo de turno (léase por los partidos políticos), han acabado por cerrar los espacios de participación ciudadana que suponen los pilares fundamentales de todo sistema democrático, el hecho de que exista un órgano del Estado (nada menos que la segunda cámara del Poder Legislativo) de tan evidente inutilidad, no deja de ser significativo del nivel de degradación política que hemos alcanzado.
Según los teóricos clásicos de la democracia, o del Estado Social y Democrático de Derecho (tal y como define al nuestro la Constitución de 1978), las bases esenciales de la misma son:
- La separación de los poderes del Estado en Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
- Una prensa libre (cuarto Poder), que con responsabilidad y sensatez controla al Estado y a la clase política, en beneficio de la información veraz.
- Una ciudadanía informada y comprometida que dispone de más recursos para la participación en la res publica que el echar una papeleta en una urna cada cuatro años.
Y después de saber todo esto, ¿qué es lo que tenemos actualmente en España? Unos poderes del Estado controlados por el mismo partido o grupo de ellos, incluso el Poder Judicial ha visto socavada su independencia con la intromisión de los otros dos en sus órganos de gobierno y por la sustitución de jueces de carrera al frente de los juzgados por otros no profesionales, afines al partido de turno en el Gobierno nacional. Una prensa vinculada a los intereses de los grupos empresariales titulares de los medios, que actúa motivada más por los trapiches que éstos tienen con el poder que por el noble afán de mantener verazmente informados a los españoles en el ejercico de la crítica a la gestión de la clase política.
Por último estamos los ciudadanos, presas de la falsa ilusión de que somos nosotros los que conformamos los poderes del Estado, cuando realmente somos objeto de todo tipo de abusos y cacicadas que ya practican sin rubor, desde un alcalde hasta los poderosos lobbys que controlan la información y los resortes del poder.
Frente a eso estamos algunos, como las mujeres y hombres que integramos FALANGE AUTÉNTICA que no nos resignamos a ser meros peones de la especulación política y mediática. Que creemos que este sistema no es democrático, ni se preocupa realmente de los problemas de los ciudadanos, especialmente de los más humildes. Por ello proponemos a nuestros compatriotas nuestra alternativa de regeneración de la vida pública española que pasa por una mayor y mejor democracia, donde la educación del pueblo y la vocación de servicio de los políticos sean las piedras angulares de un Estado que proporcione a nuestros compatriotas seguridad, información y compromiso con esa tarea común que llamamos España y que no haya ciudadanos que, tras el debate de una polémica ley, se pregunten "¿para qué sirve el Senado?".