Por Mendelevio.
Nos encontramos ante una recopilación de lecturas de una larga vida de un hombre culto, honesto y luchador incansable, Ceferino Maestu, referente para generaciones de falangistas. Los que nos comenzamos a militar en los años 80 tuvimos ocasión de oírle en una conferencia en una atiborrada sala de la Universidad Complutense, compartiamos asiento entre el publico jóvenes falangistas universitarios y veteranos divisionarios como Carmelo Acitores… era enorme su capacidad de convocatoria. Ceferino hace un barrido exhaustivo por lo que se ha escrito sobre el nacional sindicalismo y el anarcosindicalismo de la Segunda República hasta la Guerra Civil. Libro de lectura amena, que ayuda a fijar las ideas y tener una visión de estos dos movimientos.
La obra tiene una tremenda utilidad para los que empiezan su militancia en el sindicalismo revolucionario, por los ejemplos morales, tácticos y doctrinales que aporta, en cierto sentido recuerda al papel que pudo tener en la formación que tuvo en jóvenes falangistas la Revolución de los estudiantes. Es un libro muy recomendable para estudiar en profundidad el periodo, aunque sólo sea con interés por la historia de España, por la variedad y honestidad en la elección de las citas, en las que a parte de historiadores, abundan las memorias y testimonios de los protagonistas, desfilando desde Azaña, Pestaña o el hijo del general Cabanellas a Ramiro Ledesma o Juan Aparicio. Contrasta contradicciones u omisiones de los autores, por ejemplo las maniobras de Gil Robles durante la conspiración, que el mismo en sus libros minimiza y que quedan reflejadas en las obras de Lizarra o Fal Conde. No sólo nos hace un estudio de la cuestión de lo publicado sobre el tema, sino que valora los acontecimientos y plantea hipótesis como dudas sobre el papel de Azaña en octubre de 1934 o las diferencias ideológicas entre Ramiro y José Antonio. Dado que la obra no es una hagiografía incluye testimonios del terror en la zona nacional y la participación de los falangistas. Tras describir los asesinatos reproduce un dialogo de Ortega y Gasset sobre el tema, sacado de un libro de Mercedes Fórmica llega a esta conclusión: ‘el baldón de asesinatos no dependía de la cifra de asesinados. Se es asesino por tan sólo haber quitado la vida a un hombre’. Tampoco queda bien parada la falange de los primeros momentos de la guerra, con su fraccionamiento territorial, su inoperancia política y sus mezquindades incluso económicas. O como la actitud de muchos falangistas ante la unificación y el proceso a Hedilla, que se amoldaron y recibieron ‘unos estancos’. Da la sensación de que Ceferino leyó todo sobre el periodo y el tema, y nos presenta una magnifica síntesis. Nos ofrece lo que le llevó una vida aprender.
El libro, además de una síntesis historiográfica, incluye aportaciones originales, cómo son vivencias personales y entrevistas con protagonistas de los acontecimientos. Recuerda como de niño vivió la represión nacional en Sevilla, . Aunque se sale del marco cronológico de la obra, recuerda como las centurias del Frente de Juventudes preguntaban por Hedilla en la inauguración del monumento a Onésimo en Labajos, empujaron el tenderete donde debía hablar Girón o incluso golpearon e intentaron volcar el coche de Pilar Primo de Rivera.
Comparte con nosotros sus conversaciones con Camilo Olcina Álvarez o Patricio González de Canales, testigos de la ruptura entre las JONS y FE, hablando de incompatibilidad de caracteres y de cómo Raimundo Fernández Cuesta y Nicasio Álvarez de Sotomayor emponzoñaron a José Antonio y Ramiro. De sus charlas con Olcina nos habla de la actuación de Manuel Mateo ante la escisión. Olicina y González de Canales también hablaron con Ceferino de lo que es el nudo del libro, las relaciones entre falangistas y el anarcosindicalistas, como pactos con la CNT y participación en las luchas obreras, o sobre las reuniones de José Antonio y Pestaña, que si bien fueron poco fructíferas, dado que Pestaña sólo tenía interés en la posible financiación a su proyecto, dado que imaginaba que los falangistas nadaban en la abundancia, se recoge la vocación del nacional sindicalismo, superar las dos Españas, nacionalizando a las masas desfavorecidas, congraciándolas con la Patria. Que no funcionara durante la República no significa que el objetivo estuviera equivocado, sino que no se dieron las condiciones para ello.
También es interesante como rescata los recuerdos de Carlos Juan Ruiz de la Fuente, vieja guardia, sobre las divisiones en la Junta Política Nacional de Falange en 1936 y el caos ideológico o sobre los falangistas madrileños el 18 de julio de 1936. Incluye, aunque ya no es inédito, testimonios que recopiló sobre el final de Manuel Mateo, reproduciendo una conferencia que dio en 1963 en el Círculo Marzo.
Aparecen también confidencias de amigos personales de Ceferino (Pepe Diaz Navarro y Emilio Manescau) que dirigieron empresas colectivizadas durante la Guerra Civil (cervezas Mahou en Madrid y la Hidroeléctrica MENGEMOR en Toledo), estando orgullosos de su eficacia y del éxito de su gestión, según ellos aquello funcionó.
Otros testimonios orales que aporta son de Diego Aparicio, Mariano García, José Hernando Sánchez, Narciso Perales (sobre la incorporación de Orellana del PCE a la Falange).
Utiliza un recurso, repitiendo un comentario al lado de algunas personas, a modo de consigna, como al hablar de Patricio Gonzalez de Canales, siempre dice que es ‘el sucesor de Hedilla y el tercer jefe de Falange’, o de Lisardo Doval le acompaña constantemente de’ triste recuerdo en la represión de Asturias’, o Eduardo Comín Colomer ‘historiador y policía’ y Ramón Garriga ‘periodista que estuvo vinculado al cuartel general’.
Hay un problema, más achacable a los correctores que al autor, y es que las numerosas citas del libro con abundantes entrecomillados, comillas dentro de citas y con comentarios del autor dentro de las citas, no quedando claro si está hecho por Ceferino o el autor de la cita. Comentario que hago en vistas a una posible e imprescindible reedición del libro, y no una mera reimpresión. También se hecha de menos un prologo a la obra… lanzamos el guante a los posibles editores.
Creemos que el mejor homenaje a ese hombre excepcional, más que los gritos de rigor, es leerle, que su obra sea semilla de nuevos militantes por la justicia y la dignidad.