Las políticas ultraliberales del Partido Popular continúan con su acoso de lo público. Su último avance ha sido perpetrado en la forma de un Real Decreto, promovido por el ministro Wert el pasado 30 de enero, que toma por objetivo a la Universidad.
Con ocasión de la entrada en vigor del espacio de educación superior europeo, o Plan Bolonia, las carreras universitarias se rediseñaron en nuestro país para ser impartidas como Grados cuatrianuales. Después, algunos de estos Grados habrían de complementarse con un Máster adicional de un año. Aunque sólo en algunos casos esta extensión de estudios tendría carácter obligatorio.
La comunidad educativa recibió con sonoras pitadas el cambio de modelo, alegando el esfuerzo económico adicional que implicaría para las familias de los alumnos. [1] Un lustro más tarde, Wert y su equipo parecerían haberse hecho eco de aquellas protestas al suscribir la necesidad de abaratar la educación superior, ahorrando a las familias unas tasas que frisarían los 150 millones de euros, nada menos.
Este alivio de tensión económica se confía a la minoración de los Grados, que pasarán a durar tres años desde los cuatro actuales.[2] Así, un joven universitario podrá graduarse con un esfuerzo económico menor y acceder con mayor celeridad al mercado de trabajo; con uno o dos años de antelación respecto al modelo vigente hasta enero.
A juicio de Falange Auténtica, el ministro Wert se suma al cuadro dirigente del PP que toma por estúpida a la opinión pública española a la que, posiblemente, no considera capacitada para apreciar la naturaleza falaz de su argumentación: el sarcasmo de que un universitario puede acceder al mercado de trabajo haciendo valer, exclusivamente, su formación de Grado y renunciando a cursar un Máster.
La evidencia muestra cómo la hoja de ruta ultraliberal del PP pretende, como primer paso, reducir el valor de la titulación académica elemental (Grado) frente a la titulación académica complementaria (Máster).
Ciertamente, no existe la obligación legal de cursar esa formación complementaria para poder iniciar la carrera profesional que se ha estudiado. Pero no hay un solo estudiante español que desconozca el valor curricular del Máster oficial a la hora de buscar empleo. En términos reales, la segunda titulación supone una clara ventaja competitiva. En un mercado laboral como el español, el joven estudiante que se conforme con cursar sólo un Grado de tres años no contará con posibilidades reales de optar a un empleo de calidad.
Como factor devaluativo adicional hay que considerar la pérdida de calidad formativa de estos nuevos Grados, que ven reducidos sus contenidos en un curso completo. El propio Real Decreto sentencia que pasarán a tener un carácter "básico y generalista". De ahí la necesidad de complementar esta formación elemental no con un año de estudios de Máster complementario, y mucho más caro, sino con dos.
Pero la intención del PP es aún más aviesa, si cabe. En un segundo momento, se pretenderá reducir incluso el valor de un Máster emitido por la Universidad pública a favor de las titulaciones expedidas por los centros privados. De ahí la rapidez, menos de una semana desde la publicación de la reforma, con la que el ínclito José María Aznar ha publicitado su Instituto Atlántico de Gobierno (IADG), una fábrica de títulos de posgrado a la medida de quién pueda costearlos.
[1] Los Másteres son unos programas educativos notablemente más caros que los Grados. Algunos cálculos hablan de una cuantía por cada crédito de 20 y 60 euros, respectivamente. El precio de un Máster puede oscilar entre los 2.700 y los 7.000 euros anuales. Por promedio, incrementan su precio en un 67% respecto del Grado. Los alumnos británicos, que soportan la imposición del modelo norteamericano, se endeudan de media unos 65.000 euros para poder sufragarlos. A cambio, en la Alemania de la austeridad merkeliana son prácticamente gratuitos.
[2] Paralelamente, los Másteres se incrementarán un año, pasando a ser de dos cursos. Es decir, la reforma hace transitar el esquema del 4 + 1 al del 3 + 2.