Por Miguel Hedilla de Rojas
Aparte de con indiferencia, hay dos maneras de recordar el pasado: con rencor o sin el. En el 70 aniversario de la Unificación, yo me inclino por la segunda, lo que de ninguna manera significa con mentiras.
La unificación forzosa, decretada por Franco en abril de 1937, de Falange y el Requeté, fue el fin de Falange Española de las JONS como organización política independiente. Lo que surgió a consecuencia de la unificación, primero FET y de las JONS (Falange Española Tradicionalista y de las JONS), y después el Movimiento Nacional, ya no era lo mismo, aunque aparentemente lo pareciese.
De entrada, su jefatura se la quedó Franco, y se integró en el híbrido, no solo a los carlistas, sino también a otras organizaciones como Renovación Española o la mismísima CEDA. Doctrinalmente, sobre todo a nivel teórico, predominó lo falangista, pero es indudable la presencia e influencia, que luego los hechos avalaron, del rancio derechismo español. De los Mariano Rajoy de la época que, a fuerza de liberales, se hicieron, para defender sus intereses, temporalmente fascistas.
Se orló casi todo, excepto la boina roja, con la simbología falangista, pero la esencia ya no era la misma.
De la unificación surgió el franquismo y también el hedillismo. El primero mantuvo el poder hasta a la muerte de Franco, inclusive se autoinmoló en nombre de la monarquía democrática; el segundo, que en ningún caso fue una ideología sino un comportamiento, fue en realidad la manera de ser más que la de pensar.
A partir de la unificación ya no hubo camisas viejas y camisas nuevas, sino camisas limpias, las menos, y sucias, las más. Que poco falangistas fueron los falangistas, y en que escaso valor la consideraron... Y llegaron los traidores, los del plato de lentejas. En fin, agua pasada no mueve molinos, pero aprendamos de la historia.
En el año 2007 sólo nos debe interesar el mañana. Del pasado hay que sacar conclusiones, pero sobre todo hay que mirar al futuro.
Y el mañana seguirá siendo nuestro, porque nosotros representamos los valores; porque nosotros seguimos haciendo nuestras las ansias de justicia de quienes la reclaman porque para nosotros, la patria, algo tan importante como España, sigue siendo un combate cada día.
De acuerdo, somos unos ilusos. Qué le vamos a hacer, pues que sigan los demás con sus festines. Nosotros desde nuestra posición, desde lo más profundo de nuestros corazones, seguimos teniendo ideales.
No nos conformamos. Y por eso queremos cambiar las cosas.
Los partidos son los de siempre. Los que siguen defendiendo intereses propios por encima de los de todos; los que no dudan, con tal de conseguir el poder, en seguir mintiendo y engañando al pueblo con falsas promesas electorales. Qué burla para la verdadera democracia, la directa, la natural, la que une a las personas con sus auténticos problemas.
Los sindicatos, amalgama de burócratas, ya ni siquiera quieren cambiar las cosas. Son un atajo de pseudo-funcionarios que, sin representar a nadie, sólo aspiran a prebendas y subvenciones; sólo quieren mantener sus estructuras, acomodaticias y pesebristas.
Los separatismos campan a sus anchas, y los partidos, falsamente llamados nacionales, les dejan, pactan con ellos y a vivir que son dos días. Ninguno se plantea cambios, aunque sean mínimos, en la estructura electoral. No quieren evitar que las minorías se impongan a las mayorías, que no deja de ser otro fraude a la democracia. No quieren impedir la muerte prematura, por estupidez, de la nación española.
Y para colmo, la filosofía dominante no es otra que la del todo vale y todo se justifica. Viva el relativismo en nombre de la libertad. ¡¡¡Mentira!!!, la libertad es aparente y no hay libertad sin responsabilidad, sin principios y sin dignidad.
Nuestro camino es difícil, nuestra meta lejana, pero ésa es nuestra bandera. Falange Auténtica no engaña a nadie. Seguimos queriendo para el siglo XXI Patria, Pan y Justicia.
Ven con nosotros.