Por Mendelevio.
Se acerca una nueva crisis económica y nuestros políticos están enzarzados en una pelea por las rentas que generan los sillones en las Cortes, el Consejo de Ministros, la CNMV, el CIS, Renfe o Red Eléctrica Española…. Nosotros tenemos claro que las crisis hay que prevenirlas en las épocas de bonanza, pero los incompetentes que monopolizan la representación política, gracias al sistema de partidos, sólo se preocupan de sus propias carreras.
Cuando vuelva a estallar la crisis, oiremos, otra vez, que nuestro problema es de competitividad, que hay QUE BAJAR LOS COSTES LABORALES. También oiremos que vivimos por encima de nuestras posibilidades, QUE HAY QUE RECORTAR LOS SERVICIOS PÚBLICOS. A partir de la crisis de 2008 se hizo el llamado ajuste interno, se apretó a los trabajadores que no habían perdido su empleo, se hicieron recortes en derechos laborales y en prestaciones sociales, pero todos esos esfuerzos se volatilizaron con la política del BCE de mantener un euro fuerte… mientras el yuan, el yen y el dólar se devaluaban por medio de políticas de expansión monetaria, que aumentaban la competitividad de sus exportaciones y limitaban las importaciones en detrimento de la Unión Europea (esto ya lo denunciábamos en 2015 y en 2014).
Al BCE ya se le ha caído la venda, ya no tiene como prioridad mantener en un euro fuerte y controlar la inflación, pero su política supuso años de sufrimiento a millones de europeos… y encima no se materializó en una gran subida de la competitividad. Ante la nueva crisis ya no hay mucho margen para los estímulos monetarios, el BCE ha llegado a los tipos de interés negativos y España, que empezó la anterior crisis con una deuda pública en torno al 30% del PIB, se enfrenta a esta con una deuda equivalente al 100% del PIB (*). Volverán a apretar a los trabajadores echándoles la culpa de la falta de competitividad, se volverán a pedir reformas legislativas que mermen los derechos, otra vez se clamará por BAJAR LOS COSTES LABORALES… bajo eufemismos, aparentemente técnicos, como reformas estructurales.
Nosotros llevamos también años defendiendo que se deben bajar otros costes de producción a las empresas, los costes de la energía. En vez de rebajar las cuotas a la maltrecha Seguridad Social (que es pan para hoy, hambre para mañana), se debe fomentar (legislativamente y con subvenciones) el autoconsumo fotovoltaico. Con ello las empresas pueden buscar la competitividad sin apretar aún más al factor trabajo. Si se complementa con autoconsumo en las casas, los trabajadores podrán reducir sus gastos fijos mensuales (factura energética), pudiendo afrontar la larga, larguísima etapa de salarios bajos que nos esperan… Un tercer aspecto positivo es que empresas y trabajadores demandarán menos combustibles fósiles (gas y petróleo) importados… es decir, se dejará de drenar divisas hacia Argelia, Rusia o Arabia Saudí... mejorará nuestra balanza comercial, y ese dinero ahorrado, se podrá gastar dentro de la Unión Europea, con el consiguiente efecto multiplicador sobre la economía.
Por qué unas medidas tan evidentes no se aplican… la respuesta también es evidente. Por un lado tenemos a una parte de la derecha española que le ha comprado íntegro el discurso a Trump y Bolsonaro, que entre otras muchas cosas incluye negar el cambio climático, y la influencia del CO2 en él… sin entrar en el debate científico, sólo desde el punto de vista económico y geopolítico (que no moral) puede tener algún sentido que países productores de petróleo y gas se aferren a estas fuentes de energía… pero desde la economía y la soberanía que un país como España, que es totalmente dependiente de las importaciones de petróleo y gas, se aferre a ellas es estúpido… y si unimos la ciencia y la moral, es irresponsable.
Por otro lado está claro el peso que tiene el lobby de las grandes empresas energéticas, con sus presiones y sus puertas giratorias, sólo se plantean la transición hacia las energías renovables por medio de macro proyectos controlados por ellos… defienden mantener su oligopolio persiguiendo el autoconsumo… como en la Edad Media los señores feudales hacían con el monopolio de hornos, fraguas y molinos.
Nuestros gobernantes son el tercer freno al autoconsumo energético, y no sólo seducidos por las prebendas y puertas giratorias de las energéticas, sino porque el autoconsumo reduciría los ingresos fiscales por los impuestos al consumo de energía. Llevamos años viendo cómo se baja la fiscalidad a las grandes empresas, o incluso como estas tributan directamente en agujeros fiscales como Irlanda o Luxemburgo, mientras se suben los impuestos al consumo como el IVA y los impuestos especiales. Al renunciar a estos ingresos les costaría mantener sus poltronas en los 17 chiringuitos autonómicos, más los organismos públicos y demás entes. Cómo dijimos al principio del artículo, eso es lo único que preocupa a nuestros políticos.
* Ver Deuda pública en España hoy, según datos del Banco de España