Por Mendelevio.
El éxito de la comedia “Ocho apellidos vascos”, producida por la ETB, es un fenómeno interesante. Tiene una trama que ironiza sobre los estereotipos regionales y los prejuicios nacionalistas. Se mueve entre Sevilla y el País Vasco con un recorrido en autobús por los olivares andaluces y los campos de Castilla, toro de Osborne incluido.
¿Por qué ha tenido tanto éxito? En época de crisis las comedias suelen ser una válvula de escape a los problemas cotidianos. Pero ¿por qué esta comedia en concreto? Parece que los dogmas que los nacionalistas metieron con barrena en la sociedad española desde los años 70 se están cayendo.
Nos vendieron que España es caspa y opresión, y los nacionalismos regionales son la quinta esencia de las libertades. Ahora vemos que esos nacionalismos no eran la vanguardia de la lucha por la democracia durante el franquismo. Son una caterva de fanáticos iluminados que han hecho de la identidad nacionalista el eje de su existencia. Se juzga a las personas, los paisajes, la gastronomía, la ropa… por su pedigrí y su encaje en la nación soñada.
Parece que los españoles están hartos de tanta tontería, y los demuestran riéndose de ella. Esperemos que esta risa sana no deje en el olvido a los caídos por el camino y banalice la maldad de los asesinos y de sus palmeros.