Por Mendelevio
Las autopistas no son malas porque las hiciera Hitler
Hitler no es bueno porque hiciera autopistas
Dicho alemán de los años 60.
Empiezo este artículo con una frase que oí citar al historiador Fernando Paz en un programa de televisión. Ella me da pié para reflexionar como el general Franco le ha venido muy bien a los nacionalistas, izquierdistas, liberales... durante los últimos 30 años. La forma de descalificar todo aquello que desprecian ha sido catalogarlo de residuo franquista.
Durante la transición la izquierda progre (que no progresista) y los nacionalistas consiguieron vender que símbolos como la bandera roja y gualda y la palabra España eran herencias del pasado franquista. Se podía hacer un alarde de ikurriñas, de senyeras catalanas, banderas andalucistas... porque era progresista y moderno. Lucir la bandera de España era casposo, sospechoso de nostalgia del General.... La palabra nación era patrimonio de los nacionalismos centrífugos, usada aplicada a España era anclarse en el pasado dictatorial. Se buscaban sinónimos de la palabra España: "este país", "el Estado español" "el conjunto del Estado"...
Desgraciadamente esos años los únicos que hacían gala de españolismo estaban en la órbita de Fuerza Nueva. Daban argumentos a los anti españolismo. La ultraderecha identificaba España con Franco, el integrismo católico y el centralismo castellanizante. Hacían tanto daño a la idea de España como sus adversarios. Unos y otros olvidaban la tradición de patriotismo español defensor de las libertades frente al absolutismo real y de la independencia frente al invasor francés en el XIX .... Un patriotismo defensor de la solidaridad frente al egoísmo nacionalista burgués.
En el siglo XXI con el hundimiento del mundo que conocemos son los liberales los que quieren borrar los restos del franquismo. O eso dicen. La negociación colectiva, los convenios colectivos son una terrible herencia del franquismo. Las cotizaciones a la seguridad social, la regulación de las condiciones laborales... son lastres heredados de un pasado corporativista fascistoide.
Estos derechos de los trabajadores han sido conseguidos a lo largo de un convulso siglo XX. Han hecho falta Huelgas Generales Revolucionarias, años de plomo a partir de 1917, dos dictaduras, una República, una Guerra Civil... para conseguir estos avances. Ahora los defensores del neoliberalismo nos quieren hacer creer que estas conquistas son herencias de un pasado dictatorial que hay que borrar. Nos quieren hacer tragar una vuelta al mundo de las novelas de Dickens como un avance hacia la democracia. ¡Cuánta cara dura!
La unidad de los españoles y los derechos de los trabajadores no tienen la culpa que Franco los usara como parapeto para perpetuarse en el poder. Tenemos que defender ambos sin complejos, por muchos aspavientos que hagan los antifranquistas de después de 1975.
Los antifranquistas, de después del 75, en el fondo añoran al General. Muchos de ellos son hijos de sus alcaldes (José Bono, Fernández Bermejo...), hijos de sus funcionarios y militares (Fernández de la Vega y Jorge Fernández), están emparentados con sus ministros (Gallardón...), controlaron las diputaciones durante la dictadura (los Fabra de Castellón)... Cuando gobiernan descubren que las libertades son perniciosas para el orden social y la economía. Por ello no hacen más que pedir leyes restrictivas de la libertad de manifestación y de huelga. Mandan a los delegados del Gobierno para que crujan a los manifestantes a multas usando escusas administrativas. Hablan de que autorizan manifestaciones como si hicieran un favor a los ciudadanos.
Con la restricción al derecho a la huelga ya pinchamos en hueso. Estos antifranquistas herederos del franquismo quieren quitar a los trabajadores la validez de los convenios colectivos y restringir hasta lo testimonial el derecho a la huelga. ¿Qué le queda al trabajador? ¿Volvemos a los años de plomo de las relaciones laborales? Sin libertades no va a haber paz social.