"Porque soy humano nada de lo humano me es ajeno"
Publio Terencio Africano, 165 a. C.
Quizás tengamos que inventar un nuevo concepto de derecho político internacional: La nacionalidad por motivos prácticos.
La nacionalidad por motivos históricos ya está inventada de tal forma que, por mucho que algunos lo nieguen, Cataluña y Euskadi han hecho grande a este pais con sus marinos, descubridores, emprendedores que trabajaban y creaban trabajo y tantos y tantos ejemplos. Jamás estas comunidades fueron otra cosa que motores de nuestra España y parte nuclear de la grandeza que tuvimos y de las virutas que hoy nos quedan.
La nacionalidad práctica es bien distinta. De nada les sirve a ambas damas caer en ensoñaciones estériles.
Los que nos sentimos y les sentimos españoles sabemos que los sentimientos y las pasiones son difíciles de controlar, que no podemos obligar a una hija a que quiera a su madre porque terminará aborreciéndola pero tampoco se puede renegar de una madre porque no mantengas una relación perfecta con ella, ¿acaso no seguirá siendo tu madre?.
Por si esto no te convenciera, querido compatriota vasco o catalán, me tomo humildemente la licencia de recomendarte como mal menor y ante la ausencia de amor que seas práctico, práctico como esa pareja otoñal que sabedora de que corrieron tiempos mejores el paso de los años te aporta serenidad y compañía.
¿Y el amor?; ¡Ay, querido compatriota! el amor tiene también edades y no son lo mismo los veinte que los setenta. Pasada la euforia inicial y la sensación de libertad que te daría tan deseado divorcio, luego vendría la soledad, la lucha del día a día y las noches de invierno.
Cuídate, por tanto, de los cantos de sirena de los galanes de turno que haciendo de la política profesión seducen a atractivas doncellas con felicidades y lujos eternos pues, a la primera complicación, pueden abandonarlas y largarse con todo lo que tienen mientras ellas se quedan destrozadas, arruidadas y añorando aquel primer amor que las quiso de verdad.
Alberto