¿Por qué es mas efectivo para el trabajador un sindicato vertical en lugar de los sindicatos como los conocemos hoy en dia?
- Preguntas enviadas por J. F.
No existe ninguna similitud entre un sindicato de clase (“los que conocemos hoy en día”) y un sindicato vertical. Los primeros surgen para defender a los trabajadores frente a los abusos de los patrones propietarios de los medios de producción donde trabajan (empresas, equipamientos, tierras, etc.). El propio José Antonio advirtió en múltiples ocasiones sobre la trampa que encierra que “cada uno de nosotros se considere portador de un interés distinto: de un interés de grupo o de bandería”.
El Estado nacionalsindicalista es la superación de la lucha de clases en pos de un interés común. Y, en consecuencia, la obsolescencia de las organizaciones de lucha obrera pues resultaría un contrasentido que los obreros de organizaran para luchar entre sí y contra sí. Los sindicatos verticales no son instrumentos de combate o de defensa de una clase frente a la otra sino instrumentos de organización de los intereses de la clase única de los trabajadores-socios-propietarios (TSP). Obviamente, sólo podrán funcionar cuando ese modelo laboral de TSP se halle suficientemente extendido en el tejido productivo español y se alcance una masa crítica capaz de generar por sí sólo círculos virtuosos de generación de nuevas empresas autogestionarias, incrementándose así la proporción de los TSP frente a los trabajadores asalariados de corte capitalista.
Dentro del movimiento falangista siempre han existido organizaciones sindicales de clase, escasamente relevantes en su función de lucha pero muy influyentes en el seno del partido. Ese fue, al menos, el caso de las CONS en el periodo fundacional. Sin duda fue necesario superar muchos obstáculos de conciencia antes de aceptar la necesidad de intervenir en la lucha obrera frente a los desmanes del capital ya que, como acabamos de indicar, esa es una lógica perversa a ojos falangistas. Sin embargo, ayer como hoy, resulta mucho más difícil permanecer inasequible a las injusticias laborales o despreciar el papel político que puede desempeñar un sindicato como correa de transmisión de los postulados del partido a la sociedad en general y a la (todavía existente) clase obrera en particular.