Sí. De esa mazmorra figurada aunque angosta en la que algunos, por dispares razones y por el qué dirán, nos recluimos. Más cerca de los sesenta que de los cincuenta, muchas cosas han dejado de importarme aliviando las alforjas de pesos innecesarios. Ando tras la verdad, al menos, tras la mía; tras la coherencia ideológica e intelectual. España y los españoles jamás me fueron indiferentes porque no es posible permanecer impasible frente a aquello que se ama.
Quienes algo me conocen saben de mi pasión por la política. Media vida buscando mi lugar y, por fin, he visto la luz. Una candela que siempre estuvo ahí aunque que, por mi ceguera, pasó inadvertida durante demasiado tiempo. Reconozco que sus llamaradas fueron insistentes pero fui cobarde.