Al cumplirse el 70 aniversario de la liberación del campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, Falange Auténtica renueva su rechazo a cualquier forma de totalitarismo y su defensa radical de la Dignidad y la Libertad de las personas.
Auschwitz, que promovió entre sus muros y alambradas la muerte de un millón de seres humanos y redujo la categoría de la Dignidad a su mínima expresión es, por antonomasia, el icono de todas las miserias del género humano.
A criterio de Falange Auténtica, todas las grandes ideologías del siglo XX han quedado signadas por el baldón y el estigma de la criminalidad. Y, cada una de ellas, ha de rendir cuenta de su propio Birkenau.
Criminales resultaron ser, a despecho de los negacionistas, el Nacional-Socialismo y los movimientos fascistas periféricos que corearon y contribuyeron a la deportación, tortura y muerte de millones de personas alegando motivos de raza, religión, ideología o tendencia sexual.
Criminal, sin parangón, resultó ser el comunismo, con una nómina de más de cien millones de muertos en su haber. Aquí, ni siquiera fue necesario argüir motivo alguno. Los seres humanos morían de hambre en Ucrania, según un plan cuidadosamente urdido desde el Kremlin, por el simple hecho de ser ucranianos; o eran torturados y masacrados en Camboya por el delito de portar gafas o hablar un segundo idioma.
Criminal, en fin, ha resultado ser el capitalismo. No sólo por la muerte, lenta y aséptica, que administra por exigencia de sus balances de resultados; ni por la desnaturalización de las personas que, arbitrariamente, se ven incorporadas o expulsadas del sistema productivo; ni por la explotación industrial de las drogas, dispensadora de efugios para una muerte en vida. Porque el capitalismo ha contribuido más que nadie a sembrar los campos de batalla de cadáveres y, conviene recordar, en nombre de la democracia y de la libertad se erigen los Guantánamos del mundo y se financia a la CIA.
En el colmo de la paradoja, la memoria visual de Auschwitz-Birkenau se hace hoy especialmente patente en el trato dispensado por el Estado de Israel hacia el pueblo palestino. También en esa tierra que muchos tienen por sagrada pugna el totalitarismo por “racionalizar”, una vez más, las relaciones humanas. Nunca resultó tan precisa y urgente la lectura de Hannah Arendt al pie del Muro de las Lamentaciones.
Finalmente, algunas voces destempladas claman por la deportación de la población musulmana de Europa, su control y vigilancia masiva o la presunción de su criminalidad indiscriminada. Así empezó todo en las nevadas planicies de Polonia.