Por Manuel Ramos Castromil

Ante la perspectiva de la próxima campaña electoral, los viejos políticos ya están entonando la cantinela del cambio... Cambio que jamás acontecerá si ellos mismos no se mandan a mudar para la jubilación política o para los últimos puestos de las listas electorales; listas que ellos elaboran hace una porrada de años, envejeciéndonos a todos en nuestros sueños de un futuro mejor. Porque, si no hay renovación en los cuadros políticos, la polilla de la rutina hará su trabajo, como la carcoma corroe la vieja madera, por noble que ésta sea.

Llevamos diez, quince, veinte y más años soportando la visión inamovible de los mismos rostros, pedigüeños repetitivos de nuestro voto. Nos sabemos de memoria la retahíla de sus promesas, casi siempre incumplidas; el tono rimbombante de su voz que raramente acaricia una verdad; la lista negra de sus desafueros hacia quienes no son de su cuerda política o cometen el pecado sin perdón de criticarlos. Lo suyo no es dedicarse a gobernar, si están en el gobierno, sino a hundir por todos los medios al contrincante hasta hacerlo cisco. Y así será por los siglos de los siglos, si no cambian los sujetos de la acción política.

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Por Benjamín Ramírez

Desde que los hijos de la orgullosa Albión se lo apropiaron, Gibraltar siempre fue un pedacito de suelo que algún día retornaría a la tierra común española. Por el contrario, para los británicos Gibraltar era y es la roca refugio de sus últimos sueños imperiales. Durante siglos, los políticos españoles y británicos nos estuvieron tomando el pelo hablando de la soberanía sobre Gibraltar, sin jamás llegar a un acuerdo solvente. Eran dos los que litigaban alrededor de un té caliente o, mejor aún, con el aporte oloroso de un buen jerez del Sur ibérico. Todo se reducía, al fin, a buenas palabras, eso sí: diplomáticamente seleccionadas. El asunto no daba para más y el futuro diría...

Y tanto. Antes eran dos los que se disputaban la perdiz. Ahora, con el consentimiento del Gobierno español, ya son tres los que entran en el juego. Si dos no se entendían, el trío todo lo dificultará más. Serán dos contra uno. Ingleses y gibraltareños por un lado y los españoles, cuitados, por el otro. Eso está más que claro. Y, una vez más, el entreguismo de ciertos políticos progres se habrá salido con la suya. Mientras tanto, para España las posibilidades de un Gibraltar español menguan notablemente, por no decir definitivamente.

¿Cómo un Gobierno que se dice de todos los españoles puede cometer una fechoría de ese tipo, sin siquiera avisarnos del paso que se ha dado?. ¿Puede un Gobierno vanagloriarse de sus descarríos, como el Sr. Moratinos y el Sr. Chaves, próceres del Partido Socialista Español, han hecho al aceptar que el Peñón siga siendo colonia inglesa por los siglos de los siglos?. ¿Es ése el talante de los hechos consumados?. Será un talante eficiente, pero democrático no lo es. Hay cosas con las que los españoles no estamos dispuestos a negociar, o por lo menos no queremos que, como puñalada trapera y vergonzante, nos arrebaten la ilusión y los sueños de ser una nación con un destino que cumplir en el concierto de las demás naciones. Solo los que practican la política del ir tirando día a día, firmes las posiciones atrincheradas en las poltronas, aunque ya las ideas nobles y altas hubieran desaparecido de sus estrechas mentes, sólo esta clase de políticos sin nobleza alguna podían haber cometido tremenda fechoría.

Prepárate Navarra, que también tú corres el peligro de ser entregada. ¿Cuándo? ¿Cómo? Ya lo ves: no te lo dirán. Parafraseando a un vasco honorable lo dijo claro en su día: "Cierta clase de políticos son como los comedores de sapos, para quienes no hay nada que dé asco. Lo peor es que pretenden que los demás también los comamos. ¡Y eso no!.

Por Manuel

Que Mohamed Mahmoud Salleh, imam de la mezquita de Las Palmas de Gran Canaria, exija a las autoridades civiles y hasta haga críticas políticas parece, hasta cierto punto, razonable. Él puede hacerlo, pues tiene la suerte de vivir en una democracia indefinida como la que le da cobijo. Que dé gracias a Alá de su suerte. El humano que esto escribe y millones de otros humanos no podríamos hacerlo en la mayoría de los países en los que el islam pontifica.

"No tenemos derechos, afirma el religioso mahometano, y esa afirmación implica una grave desviación de la verdad. Goza del derecho a opinar y a manifestarse en libertad, y eso, hermano musulmán, no lo tenemos los demás en los países de donde sois oriundos. Digámonos las cosas con la realidad que la verdad verdadera exige, partiendo del principio de la reciprocidad. No se puede exigir lo que no se está dispuesto a dar.

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Carlos Vara

Al margen de la tan traída –muy especialmente durante los años del franquismo manipulador- similitud entre el pensamiento de José Antonio Primo de Rivera y el de Juan Domingo Perón. Teniendo en cuenta que ambos dirigentes políticos ya no están entre nosotros y que, por desgracia, nuestra patria, con actitud cobarde y traicionera, decidió dar la espalda a nuestros países hermanos de Hispanoamérica y pasar a codearse con los países de la Europa de los mercaderes y las guerras, en la actualidad se hace muy difícil una comparación entre los continuadores de las doctrinas falangista y peronista.

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