Son muy escasas las novedades de fondo que el cuidado calendario de escenificación del Plan Ibarretxe está aportando a lo inicialmente planteado en el otoño de 2002. Apenas unos datos imprecisos sobre los plazos y nuevos retruécanos en esa agotadora combinación de las palabras Convivencia, Pacto y Diálogo que, a modo de estandarte, agita impenitentemente el Gobierno tripartito vasco.
Los observadores políticos parecen más atentos a las reacciones que produce en los demás la actuación de Juan José Ibarretxe (incluyendo aquí, para sorpresa de muchos, al propio PNV en su proceso electoral interno) que a los contenidos de su discurso. La estrategia artera del Presidente del Gobierno Vasco se está mostrando muy efectiva, proporcionando incluso aquellos frutos que más deseaban por su alta rentabilidad política: respuestas desmedidas del Gobierno Central para realimentar su discurso victimista, pasos equívocos de la oposición socialista, y recolocación estratégica del mundo etarra ante la sangría de apoyos de unos seguidores dispuestos a conformar una nueva mayoría nacionalista junto al PNV.