Las terribles imágenes del ataque israelí a Gaza, con su rastro de muerte y destrucción, acaparan las portadas de todos los medios de comunicación. Cientos de periodistas de todo el mundo nos retransmiten al minuto lo que allí está ocurriendo y el sufrimiento del pueblo palestino.
Pero hasta ahora las matanzas de decenas de miles de cristianos en Irak y Siria están siendo silenciadas porque el tratamiento que se les da no es el correcto. Se omite contar que la caza de cristianos es a manos de yihadistas musulmanes y, para no decir la verdad, se les alude con el eufemismo “víctimas de la violencia sectaria”.
Los asesinos de Al Qaeda y sus ahora rivales del Estado Islámico de Irak y Siria se están ensañando con los cristianos, provocando un genocidio por la vía de la limpieza étnica, algo que Hamas hará en Palestina en cuanto tenga las manos libres para ello.
Los países europeos, en su eterno servilismo a los Estados Unidos de América, han participado en el armamento y apoyo logístico de los terroristas yihadistas con el fin de derrocar al gobierno nacionalista sirio del Presidente Assad. Con su habitual cobardía, ahora pretenden escurrir el bulto, condenando al “Califato de Levante” pero no se movilizan para ayudar a los cristianos y musulmanes de buena fe, que respetan las creencias de sus compatriotas y quieren seguir viviendo juntos en países donde el nacionalismo árabe era el motor político que aglutinaba a los pueblos en torno a un proyecto común.
En estos tiempos de matarifes, los falangistas reivindicamos a figuras de gran talla política al otro lado del Mediterráneo que lucharon para evitar la violencia sectaria, como el Presidente Nasser de Egipto o nuestro respetado Sheik Pierre Gemayel, fundador de las Falanges Libanesas. Por eso la lucha de los nacionalistas árabes en Palestina, Líbano, Irak, Egipto o Siria es nuestra lucha y el sufrimiento de los cristianos también.