Mi abuelo, Arsenio Martínez, era de izquierdas, en el 36 era Presidente de Acción Republicana en mi localidad, Salas de los Infantes, sus huesos fueron a parar a la cárcel, afortunadamente no a una fosa. Fiel a sus ideales, ayudó en malos momentos a los que más lo necesitaban. No sé si en aquellos momentos había también izquierdosos, ya no me lo puede confirmar.

Si de Economía se trata, un izquierdoso critica el sistema capitalista, pero tiene acciones en la Bolsa, afirma que dicho sistema valora más el dinero que las personas, pero por escalar deja en la cuneta a sus mejores amigos. Se pasa el día reprochando la despoblación rural, pero sus primeros ahorros los invierte en un piso de 4ª mano en la capital, un chollo según él, para alquilar a estudiantes, porque uno de la Entidad bancaria en la que trabaja así se lo ha aconsejado. Propone soluciones a la economía nacional e internacional con la misma ligereza que hace la lista de la compra en el supermercado, sin tener arreglada tan siquiera la de su casa. Tiene por coche un pequeño deportivo descapotable, para sentir a pelo suelto esa libertad que los demás se empeñan en quitarle, o de segundo coche una furgoneta estilo hippy para irse de vacaciones. Izquierdoso.

En cuestiones de Cultura, frecuenta y se junta con presuntos intelectuales, pero no se acuerda cuándo es la última vez que ha leído un libro. Para reafirmar su condición de intelectual viste un atuendo que cree de acuerdo a su clase, y afirma que la derecha está acomplejada con nuestro alto nivel cultural. Sale a tomar un vermut vestido de Coronel Tapioca como si viniera de la alta montaña, pero acaba de salir de casa. No se cansa de decir que la sociedad está aborregada, el rebaño que él frecuenta no cuenta, claro. Acude a exposiciones de pintura para después contar las sensaciones indescriptibles que ha sentido con colores, formas y texturas, pero no profundiza más porque la caga. Hace alarde de conocimientos al relatar las anécdotas vitales -eso sí, muy graciosas-, de un archiconocido literato, plasmadas en un artículo resumido de un semanal, pero no ha leído una obra suya en su vida. Cita a Machado aunque no entre ni con calzador en el tema en cuestión; si de música se trata, saca siempre a relucir a Sabina para terminar con acento castizo con un "ejqueee... el Sabinaaa....". Si le preguntas, Marx es ruso, y Paco Ibáñez, espera un poco que lo pienso, ¡ah, sí, el de Mortadelo y Filemón! Tiene en mucha estima sus buenos modales, educación y saber estar, mas considera lícito recurrir al insulto y saltarse las normas en una manifestación, y si un escrache perturba a menores de edad hijos de la afectada, responde: que se jodan. Izquierdoso.

En Política, si en un momento dado un conocido suyo reconoce su condición de derechas, no se corta un pelo y le espeta: "pues no pensaba que tú eras así". Como el tema de conversación trate la Guerra del 36, aunque condenes el alzamiento militar, si se te ocurre mencionar los errores que cometió la República, entonces eres un fascista. En cuestiones religiosas, según él los curas tenían que barrer 8 horas diarias para ganarse el sueldo, el Papa recién elegido es un incompetente y en voz bajita te reconoce que él es ateo "protestante", mientras esboza una sonrisa cómplice por si no lo has cogido. Hace gala de su buen paladar acudiendo a un restaurante de novedosas recetas, se mete entre pecho y espalda una botellita de Reserva, y en la sobremesa critica a los burgueses de derechas y se sorprende de lo solicitados que están los comedores de Cáritas. Presume de su presunta condición de izquierdas y afirma contundentemente que a uno de derechas le da vergüenza reconocer sus ideas y que ha votado al PP. Si en su devenir por este injusto mundo se cruza con una pareja de la Benemérita, en vez de sentir la sensación de protección, de su boca sale un insulto; si por la carretera adelanta un vehículo militar, suelta otro. Si en tu vehículo pones una pegatina con los colores de la bandera nacional, en público te pregunta si eres un facha, para afirmar después con total seguridad que ves Intereconomía; ni se te ocurra preguntar entonces qué prensa lee: coartas su libertad de información, algo sagrado, y de nuevo eres un fascista. Izquierdoso.

En cuestiones de Sociedad, es un ecologista empedernido, defiende a ultranza las ballenas del Mar del Norte, pero no duda si de joder al vecino del 5º se trata. La caza no es un deporte, es un asesinato, al día siguiente te pregunta si te sobra un poco de jabalí, porque con patatas está cojonudo. A los animales hay que dejarlos tranquilos en el monte, si con su coche atropella un corzo entonces no puede ser, hay que matarlos a todos o tenerlos en un redil. Es un defensor a ultranza de la libertad de expresión, pero si lee este artículo considera que debería estar prohibido. Se toma un vinito denominación de origen en copa alta, y lo saborea como en una cata, sintiéndose superior a los demás, aunque no lo sea, mientras pregunta a sus correligionarios cómo pueden beber los de al lado, que son los que le votan, ese chato de 50 céntimos. Izquierdoso.

Y qué decir de Trabajo, desde su puesto de funcionario defiende a ultranza la enseñanza pública y acude a su trabajo con una camiseta verde y un llamativo eslogan, pero se coge un viernes como pilar para alargar un puente sin pensar en el desvarío que provoca y sin ser consciente de que la mejor forma de defender su empleo público es trabajar con profesionalidad. Un día de huelga general lo toma como juerga general y lo pasa jamando y bebiendo en el merendero de un amigo. Si es nombrado representante sindical, ante sus compañeros se jacta de sus duro carácter negociador, en las reuniones repta y desgasta su lengua lamiendo. En un acto público es el primero en salir a coger el micrófono, también es el primero en salir si hay que recoger. Es un defensor de la clase obrera, pero el día que llega a encargado, la propia clase obrera se echa las manos a la cabeza, pero ya es tarde. Critica la alta tasa de paro y el contrato precario, pero los fines de semana de forma ilegal mete horas en el restaurante de su hermana porque para algo está la familia. Izquierdoso.

Ojalá fueras de izquierdas, como mi abuelo, pero no: eres izquierdoso.

Ángel Martínez Ibáñez


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