Nacho Sanz

Más que sobre competencias creo que habría que hablar de incompetencias, incompetencias que vienen desde muy largo ya.

El tema es que desde el Gobierno de la Comunidad Autónoma Vasca se insta al Gobierno central a que lleve a cabo la transferencia de las competencias que faltan en el plazo de dos meses, y si no... las asumirán por su cuenta. Muy bien. ¿Algún problema? Si y no, veamos. No tendría que haber ningún problema puesto que están reclamando algo que les corresponde y que figura en su Estatuto de Autonomía. Y si lo dice su Estatuto de Autonomía querrá decir que tuvo el visto bueno del Gobierno entonces presidido por Suárez y de su Majestad el Rey de España a la sazón Jefe del Estado, además de ser refrendado por el Pueblo. Pero sí hay un problema cuando vemos qué es lo que se transfiere, aunque después de la cesión en materia educativa no se de qué nos extrañamos.

Y es que la cesión de competencias en materia de Seguridad Social supondría la quiebra del sistema de caja única y una significativa fractura interterritorial. El tema es grave, pero desde luego que no precisamente por la actitud del Gobierno de la CAV que en todo caso reclama lo que le corresponde, si no por la tremenda irresponsabilidad de aquellos que cedieron dichas competencias en su momento. ¿No habría que cargar las tintas contra aquellos que permitieron semejante disparate y que todavía se encuentran entre nosotros?

En mi opinión son ellos los máximos culpables de tal desaguisado y son los que deberían explicarnos qué fundamento siguieron para hacer lo que hicieron, y que sean ellos los que den la solución al problema y si no que sufran las consecuencias. Y hay bastantes culpables.

Al final va a resultar que la tan alabada y sacrosanta Transición Democrática Española, eso sobre lo que se hacen seminarios y conferencias internacionales ¿no hay todavía un Master en Transición Española?, no fue más que una huida hacia adelante a ver qué pasa y el que venga detrás que arree, una chapuza en toda regla. Cáigase ya del caballo, señorita Prego, vea la luz de una vez y deje de tomarnos el pelo que aquello no fue más que el reparto de un botín llamado España entre unos cuantos aprovechados. Me recuerda cada vez más a cuando muere el padre que ha estado sacando adelante la tierra de su propiedad tantos años, pongamos al Caudillo, y a su muerte el heredero por él designado, pongamos al rey, le sale rana y vende la hacienda por quitarse de encima responsabilidades y quebraderos de cabeza.

Estamos de acuerdo en que hay algunas competencias del Estado que son necesarias transferirlas, pero no a las CCAA sino a los ayuntamientos, y que beneficiarían en mucho al ciudadano de a pie, pero hay otras que debe seguir ejerciendo el Estado como son la educación, la defensa, la seguridad ciudadana, la representación exterior o la Seguridad Social por poner algunos ejemplos. Y no creo que nadie hubiera puesto el grito en el cielo por haber llevado a cabo de este modo una descentralización del Estado, porque no engañemos al personal, que en España no ha habido todavía ninguna descentralización. Aquí lo que ha habido ha sido una re-centralización, una multiplicación del Estado por 17, y eso no tiene nada que ver con descentralizar. La verdadera descentralización debe implicar a los ayuntamientos y mancomunidades y deberá suprimir el tapón que ahora mismo suponen las CCAA para la labor de los municipios.

¿Problemas de competencias? Y un huevo, en todo caso de incompetencias. De la incompetencia continua de los políticos de entonces y de ahora, aunque algunos de los de ahora ya figuraban entonces, de la incompetencia continua de los sucesivos Gobiernos de este Nuevo Régimen, tanto en su versión central como en su versión taifa, de la incompetencia de todos los tribunales habidos y por haber y que a pesar de lo que digan tienen trucada la balanza, y sobre todo y con mayúsculas de la INCOMPETENCIA de los millones de personas que habitamos este trozo de tierra que aún se llama España, de momento y si sus señorías no aprueban lo contrario, que hacemos posible con nuestra dejación que esto sea lo que es, o sea, una caricatura de sociedad democrática al servicio de no sabemos muy bien qué o quién.