LITIO

En 2003 fue el centenario del nacimiento de José Antonio Primo de Rivera. En 2005 nos encontramos con el centenario de los otros dos fundadores del Nacionalsindicalismo: Ramiro Ledesma y Onésimo Redondo.

Nos referimos ahora a Onésimo Redondo, creador de las Juntas Castellanas de Actuación Hispánica, luego fusionadas en JONS.

Hombre integro y de buena fe, definido como "el más oficialmente católico" entre los falangistas destacados de la primera hora. Hombre profundamente apegado al pueblo y la tierra castellana. Castilla es en su corazón y su cabeza el motor de una nueva España, que él soñaba campesina y cristiana.

Desde Valladolid organiza el sindicato remolachero, una de las realizaciones más eficaces de aquel Nacionalsindicalismo que pretendía abrirse paso entre obreros y campesinos.

Ideológicamente, Onésimo Redondo proviene de los ambientes de la derecha católica, que pronto encuentra faltos de brío y sinceridad. El quería, sin medias tintas, "echar a los mercaderes del templo" en aquella España con hambre de siglos.

De los tres fundadores, Redondo representa ciertamente la sensibilidad más conservadora. José Antonio es el humanismo. Ramiro, la vanguardia contra todo lo burgués, y Onésimo el tradicionalismo con ímpetu revolucionario. Ellos son los tres primeros "carnets" de Falange Española de las JONS.

Las apelaciones de Redondo a la violencia política (injustificables, aunque en la línea de otros movimientos radicales de la época) contienen excesos verbales que chocan con cualquier sensibilidad actual, humanista y democrática, pero también hay en su discurso un sincero posicionamiento en favor de las libertades hondas del pueblo, y el anhelo de una democracia auténtica que para él entronca con la vieja democracia orgánica de las cortes castellanas.

En su último discurso, una alocución radiofónica tras conocerse el levantamiento militar, dice:

"Serán miembros indignos del Estado Nuevo, los capitalistas, los ricos, que asistidos hoy de una euforia fácil, levantando el brazo como si saludasen el advenimiento de una nueva era social, se ocupen como hasta ahora, con incorregible egoísmo, de su solo interés, sin volver la cabeza a los lados ni atrás para contemplar la estela de hambre, de escasez y de dolor que les sigue y les cerca".

Los hechos desmentirían sus deseos a lo largo de un régimen militar de casi cuarenta años en el que él no estuvo presente, como ninguno de los fundadores del Nacionalsindicalismo.

Onésimo Redondo muere asesinado en el Alto del León en plena Guerra Civil cuando se acerca confiado a un grupo de milicianos que piensa son camaradas por el color rojinegro de sus banderas.