Flecha

Adela es miembro y representante de una asociación de mujeres de su barrio. Mediante la concienciación social y diversas actividades quiere denunciar la situación injusta de muchas mujeres y lucha para que ellas mismas exijan sus derechos. Adela quiere que la voz de su asociación, en nombre de todas las mujeres, se escuche en su ayuntamiento para que sus reivindicaciones se conviertan en hechos. Adela tiene las puestas del ayuntamiento cerradas. Una concejala, activista feminista, la invita a militar en su partido para que su voz sea escuchada. Adela no quiere comulgar con ruedas de molino, Adela no quiere pasar por un partido político sectario en el que no cree para poder acceder al derecho que como ciudadana le corresponde. A Adela los partidos ya le han defraudado muchas veces y no acepta la invitación.

Koldo es el entrenador de un equipo local de fútbol. Invierte muchas horas para que sus chavales puedan ser un equipo importante. Koldo no se siente respaldado por el ayuntamiento del pueblo de cuyo equipo es entrenador. Koldo quiere pedir el respaldo de su ayuntamiento, Koldo quiere alguna ayuda económica para sacar adelante a sus chavales. Koldo tiene la puertas cerradas del ayuntamiento. Su concejal de cultura y deporte le ha dicho a la salida del ayuntamiento que no hay dinero para el equipo local, pero en cambio si que lo hay para que los concejales, que se supone hacen un servicio al pueblo, se doblen el sueldo con el dinero de todos.

Marta ha organizado un club de tiempo libre para los niños de un barrio marginal de su ciudad. Intentan que su tiempo libre lo inviertan en algo productivo y no estén todo el día en la calle en el olvido absoluto y condenados a callejear toda su vida con el peligro de las drogas, la delincuencia y la marginación. El local donde Marta y el resto de monitores se reunía con los críos se ha quedado pequeño. Ahora quieren pedir al ayuntamiento más ayudas y un local municipal. A Marta ni tan siquiera la han escuchado en el ayuntamiento, los grupos municipales están muy ocupados en enchufar alguna de sus empresas en el ayuntamiento para construir y así especular, que es lo suyo. A Marta sólo le queda llegar al ayuntamiento por un partido, pero ella no entiende de política y no confía en ningún partido, todos le parecen igual salvo uno, pero tiene miedo a que su voto no valga para auparle al ayuntamiento. Para ella este partido es diferente, le habla de que ante todo están las personas, de participación, de un proyecto común, de vocación ciudadana, de que el ayuntamiento sea un punto común para el trabajo y la participación. Marta se lo está pensando.

José Miguel es el presidente de una asociación de vecinos de un barrio importante de su ciudad. Están artos del abandono del ayuntamiento. Quieren mayor seguridad, menos barreras arquitectónicas para la gente mayor e incapacitados, menos ruido, más zonas verdes... Semi, como le llaman en su barrio, está dispuesto a ir a la sesión de plenos de su ayuntamiento para que su voz sea escuchada. Su cuñado, que es concejal, le promete que le meterá en alguna lista electoral en las próximas elecciones para que de esa manera pueda representar a sus vecinos. ¿será que los concejales no lo hacen? se pregunta José Miguel. Él no ve justo que para que sea escuchado deba colocarse la etiqueta de un partido político que sigue las directrices que desde Madrid le dictan y donde no saben cuales son los problemas reales del pueblo. Lo que si saben es cuales son los terrenos para construir y cuanto pueden ganar con su especulación.

Izaskun quedo viuda muy joven, ella sola ha tenido que sacar adelante a sus cuatro hijos que aun están en edad escolar. En su casa, además de ella y sus cuatro hijos, vive su suegro Tomás de 81 años e impedido. Izaskun no puede con tanto trabajo, que si la pescadería en la que trabaja, sus hijos, su suegro que no puede valerse por sí solo... Ella necesita que alguien le eche una mano con sus hijos y su suegro pero no tiene dinero para pagarlo, el alquiler es alto y cuatro hijos y un anciano dan muchos gastos y trabajo. Izaskun quiere ir al ayuntamiento de su localidad para pedir que se le eche una mano y que con los impuestos que ella religiosamente paga se le ayude a sacar adelante a su familia. Izaskun ha visto como su ayuntamiento, convertido en un campo de batalla para los partidos políticos, solo cumple la función de atril para la demagogia. Sus padres eran militantes de un partido, y ni tan siquiera los excompañeros de partido de sus padres le brindan la oportunidad de que su voz sea escuchada. Izaskun ya no cree en sus instituciones, Izaskun no cree en los partidos, Izaskun solo quiere que su voz sea escuchada.

Y como Adela, Koldo, Marta, José Miguel e Izaskun están también Ernesto, Miguel, Pedro, Isabel, Agustín, Montserrat, Jokin, Sara, Laura, Carlos, Virginia, Txema, Juaquín, Antonia, Farah, Rubén, Jesús, María del Mar, Paz, Víctor, Estefanía, Emilia, Aurelio,... somos muchos los que no podemos hacer uso de nuestra palabra para poder defender nuestros intereses en nuestras instituciones, somos muchos los que ya no creemos ni en ellas ni en nuestros partidos políticos que han perdido su función natural, la de servir al pueblo y los intereses de los ciudadanos.

Pero también somos muchos los que trabajamos por abrir las instituciones a los ciudadanos, los que queremos que la gente no pierda la ilusión y su vocación ciudadana les lleve a representar los verdaderos intereses de la sociedad alejados de intereses partidistas.

En Falange Auténtica somos muchos los que trabajamos por más democracia y mayor participación.

¿Eres tú de esos muchos?