Exactamente, ¿cómo redefiniríais los conceptos de trabajo, plusvalía, herencia y propiedad privada? ¿Cuáles consideráis que son las principales diferencias que encontráis con el marxismo? Gracias por su tiempo.

- Preguntas enviadas por C. A. F.

TRABAJO.

Entendemos el trabajo como una de las principales herramientas de la interacción del hombre con la sociedad moderna. En un entorno marcado en altísima medida por la lógica del mercado, el trabajo supone a nuestro entender el único medio legítimo para la obtención de los elementos comunes de intercambio (fundamentalmente, de dinero) necesarios para participar en dicha interacción. Por tal motivo, la tragedia que lleva asociada el desempleo es, en última instancia, la de la exclusión social de las personas.

PLUSVALÍA.

La única interpretación posible del concepto de plusvalía es la marxista. A pesar de que muchos autores insisten en el decaimiento del concepto nosotros pensamos que, efectivamente, el trabajador renuncia a un porcentaje del rendimiento bruto de su labor para poder disponer de un puesto de trabajo. De alguna manera, podríamos decir que el trabajador “alquila” su puesto de trabajo a cambio de un pago calculado en términos de fuerza de trabajo. Toda nuestra reflexión en materia económica viene a resolver esta dialéctica perversa. Los falangistas, más próximos al anarcosindicalismo español, resolvemos la cuestión pensando en un modelo en el que los trabajadores sean, a un mismo tiempo, dueños de la fuerza de trabajo y de los medios de producción.

HERENCIA.

Defendemos el concepto tradicional de patrimonio. Nos parece absolutamente de sentido común que los hijos hereden y disfruten de los bienes que hayan generado sus predecesores en las generaciones anteriores. Pensamos que la polémica acerca de la posible ilegalidad o ilicitud en torno a la adquisición de los bienes es un debate estéril. Sin embargo, una República Nacionalsindicalista prohibiría constitucionalmente la herencia o transmisión de los bienes de producción.

PROPIEDAD PRIVADA.

Muy relacionado con el asunto anterior, los falangistas entendemos que la propiedad privada es un derecho inalienable de las personas con una única excepción: la propiedad de los medios de producción (ya sea de una gran fábrica como de una humilde mercería). Estos medios deben dejar de estar en manos privadas para pasar a estarlo en manos colectivas. Precisamente, una de las respuestas a este problema se denominó “colectivismo”, que resultó una gran estafa. Allí, como en el caso del Comunismo, los medios de producción quedaban bajo el control del Estado que luego se encargaría de la redistribución de la riqueza entre los individuos, con el éxito bien conocido por todos. Nuestro modelo es mucho más “liberal”, si se quiere decir así. En él la participación del Estado es mínima y son los trabajadores quienes directamente asumen la propiedad y gestión de los medios de producción (autogestión, cooperativismo, etc.)

 DIFERENCIAS CON EL MARXISMO.

Somos absolutamente refractarios a ese lenguaje cientificista y determinista que destilan las obras de Marx y Engels. Pero esa no es nuestra diferencia mayor.

  • El pensamiento marxista es maniqueo. Propone una interpretación de la historia que enfrenta a buenos y malos. Entendemos que las dinámicas históricas son mucho más complejas.
  • Es materialista, al poner el énfasis en el poder de las relaciones económicas. Nosotros, sin embargo, estamos convencidos de que las mejores creaciones del espíritu humano son ajenas a la dialéctica del intercambio material.
  • Finalmente, y forzando la necesaria concreción de la respuesta, es sectario. El marxismo es un credo exclusivo para la clase obrera, sea eso lo que quiera ser. La Falange quiere articular un discurso plenamente asumible e identificable por el conjunto de la sociedad.