A veces me pregunto que puestos a negociar con los asesinos de ETA porqué no negociamos también con los violadores, con los pederastas o con los maltratadores, por ejemplo.

 

Al fin y al cabo matar es peor que violar o maltratar a una mujer y ¿porqué van a tener menos derechos los malos que los peores?; y asi, podríamos celebrar unas conversaciones, pongamos en Argel, con los principales pederastas garantizándoles que, si van disminuyendo su actividad delictiva, nosotros les aseguraríamos un acercamiento a las prisiones más cercanas a sus domicilios o, incluso, ya lanzados, podríamos avisar por teléfono móvil (del Ministerio, of course) a los principales violadores para que marcharan de sus casas pues había planificada una redada contra ellos.

Imagen de "ETA NO"

 

Y es que uno tiene la sensación de que aquí las leyes se hacen a beneficio de inventario o salvo acuerdo en contra, de tal manera que puede producirse la especie de que un alto (pero que muy alto) tribunal dicte, por ejemplo, una resolución referente a un estatuto y si no resulta de mi agrado acordar la práctica de "profundas remodelacíones que tengan como buen fin alcanzar un nuevo marco estaturario".

 

Asi las cosas, con este relativismo, si me viene bien, según depende y si no acordamos otra cosa, me tomo la libertad de recomendar:

 

a) Que si queréis casaros, nada de pensárselo dos veces pues si sale mal nos divorciamos y punto.

 

b) Si no tienes vivienda, no te preocupes, alquila una y no pagues. Te garantizo un mínimo de un año hasta que te echen.

 

c) Si eres joven no dudes en tirarte a todo lo que se menee pués siempre tendrás la píldora "del día después" o, si eres perezosa, el aborto.

 

d) Y si, desde luego y desde tu sagrada e inalienable libertad individual, decides asesinar, hazlo a lo grande y sin reparar en gastos, teniendo bien en cuenta que si te cargas a uno serás un puto asesino pero si organizas la matanza de Hipercor o de la plaza de la República Dominicana puedes llegar a ser todo un "Sr. Interlocutor Válido" y, con un buchito de suerte, dirigir el consistorio de tu pueblo.

 

Real como la vida misma.