A quienes piensan que las segundas partes nunca fueron buenas, les recomendaría recrear mentalmente las verónicas compuestas por Antoñete en cada una de sus múltiples y sucesivas reapariciones. Digo esto, porque las dos críticas más normales que hemos recibido desde que nos embarcamos en esta aventura de reiniciar la labor inacabada de la Auténtica han sido esa de que segundas partes no son buenas y eso de que “se han cabreado y han formado una nueva falange”

Pues no, señores. La Auténtica nace porque tenía que ser así. Porque hay un grupo de hombres y mujeres que piensan que es necesario un movimiento que se posicione directamente contra este sistema. Un sistema que está ahogando la libertad de pensamiento con una ley de partidos políticos que ilegalizará a aquellos partidos que no sean defensores de esta constitución y con un código penal que ha llegado a penalizar el pensamiento. Un sistema que está aniquilando económicamente a pueblos enteros condenando a su población a trabajos de esclavitud y obligándola a huir para buscarse la vida en pueblos y civilizaciones ajenos y extraños. Un sistema que está reduciendo a agua de borrajas las conquistas sociales y laborales de los trabajadores, cuyo paso más reciente es la nueva reforma laboral proyectada desde el gobierno.

La opresión a la que nos somete el sistema es inmensa. Todo lo que va en contra de los intereses políticos y económicos dominantes es ridiculizado por los medios de comunicación para ser posteriormente machacado. George Orwell se quedó corto en sus predicciones. Por todo ello, el nacimiento de la Auténtica no era necesario sino que es urgente.

Las fuerzas teóricamente antisistema, salvo alguna honrosa excepción, se han mostrado ineficaces, en el mejor de los casos, y cipayas del mismo sistema la mayor parte de las ocasiones.

¡Cómo está el huerto! Entre los patanes de la ultraderecha que han cambiado su idolatría a los tricornios y a los chapiris por un discurso de “moros no”, discurso que, como diría Ignacio Alonso, es más propio de un problema psiquiátrico que de una opción política; los torpes de la ultraizquierda, alineados en lo que se conoce genéricamente como “antifascismo”, nuevos mamporreros del sistema que no dudan en aliarse con banqueros y capitalistas para pedir el voto a Chirac; pasando por los gañanes nacionalistas que han dejado de lado su busca del paraíso socialista para cimentar su discurso sobre el más arcaico y derechista nacionalismo, nace la Falange Auténtica. Entre toda esta chusma de movimientos teóricamente antisistema ahora es más necesaria que nunca la voz y la lucha de la Falange Auténtica, un movimiento verdaderamente revolucionario, que persigue la construcción de una nueva sociedad cimentada sobre la base del hombre como portador de valores eternos para conseguir la ansiada Justicia Social.

Con nosotros no encontraréis a quienes piensan que la revolución se realiza a base de endiñar guantazos al primer gil que uno se encuentre ni a intelectuales con gafas de culo de vaso divagando sobre lo que quiso decir Ramiro con tal o cual palabra. No, aquí sólo cabrán los trabajadores que luchen por cambiar este sistema de arriba abajo y para ello contamos con toda la gente que sea capaz de salir de su cuchitril para propagar en la calle que otra España es posible y que la vamos a construir entre todos.

Con ese ímpetu alegre y juvenil que nos da el hecho de sabernos necesarios en esta sociedad, que nos da el hecho de ser portadores de una solución a los problemas originados por la civilización actual, que nos da el hecho de ser la vanguardia de la revolución que se avecina, salimos a la calle para propagar a los cuatro vientos que vamos a cambiar esta España que amamos porque ahora no nos gusta.