Fortún de Oñati

Por fin tengo en mis manos la carta pastoral de los cuatro obispos vascos: Juan María, Ricardo, Miguel y Carmelo (qué triste debe estar Setién de no hallarse en esta cruzada). Y de verdad que es elocuente. Jamás imaginé que pudiesen ser sus eminencias tan claros para expresar lo que dentro de ellos siempre ha hervido.

Matrícula de honor merecen en redacción: palabras medidas, meditadas y cuidadas. Condena del terrorismo, al parecer, sin dudas. Bello lenguaje poético, donde las palabras biensonantes, amorosas y piadosas... no dan la sensación de enmascarar lo que ellas mismas cantan: partidismo, favoritismo, hipocresía, cobardía. Lo que causa más repugnancia aún que si hablaran claro, llamando al pan, pan y al vino, vino.

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Cómo no, los obispos abogan por el diálogo paciente, porque cerrarse al diálogo equivale a renunciar a la paz verdadera, que no consiste en la victoria, sino en el acuerdo. He aquí la fórmula mágica, la que no para de cacarear el PNV en pleno. Cualquiera diría que hablan de una victoria militar, de Franco, y no de la legítima victoria democrática. Pero, vamos a ver. ¿A qué diálogo y acuerdo se refieren? ¿Al abrazo con los pacíficos, humildes y dialogantes chicos de Batasuna? A ésos tan dispuestos siempre a la dialéctica de las buenas palabras, a ésos tan demócratas y tan respetuosos con la pluralidad y las ideas de los demás? ¿A esos de Batasuna que, cuando aquellos tres etarras volaron descuartizados por efecto de su propia bomba, la que iba a ser regalada a alguien (demostrando su "buena predisposición al diálogo), no tuvieron otro diálogo que dedicarles un gran homenaje, como héroes y patriotas, bailando el aurresku en su honor e incitando así a los neófitos etarras a matar, matar y matar? ¿Se refieren al diálogo con ésos que nombran hijos predilectos de sus villas a los etarras, siempre que sean los más sanguinarios? ¿Se refieren al diálogo con esa Batasuna que, en boca de su dirigente Otegui, grita al final de sus mítines Gora ETA (viva ETA)? ¿Quizá se mueran de ganas por dialogar los que, cada vez que ETA asesina a un inocente, se niegan a condenar el atentado porque manifiestan que se trata de unos luchadores políticos y no de terroristas? Pues quienes dicen que matar es una actividad política, como también lo dicen, por ejemplo, los asesinos del socialista Fernando Buesa, que hoy mismo han declarado en el juicio que se sienten satisfechos de la acción armada que acabó con Buesa, no porque éste fuese socialista, sino como responsable directo del conflicto que se vive en Euskalherría, ¿qué querrán dialogar? Quienes dicen que los criminales que están en la cárcel lo están por motivos políticos, de verdad que deben estar deseando, según los obispos vascos, sentarse a tomar un chacolí para dialogar amigablemente con los representantes del Gobierno y con todos los que no piensan como ellos; de lo que siempre dan elocuente muestra.

Bueno, quizás los obispos se refieran a que deben dialogar los del Gobierno, y PSOE, solamente con los del PNV y no con Batasuna. Pero... ¿con qué PNV?, ¿con el que se une a quienes ellos mismos llaman unos chicos, de Batasuna, de Jarrai, de la Kale Borroka, en el Pacto de Estella, prefiriéndolos antes que a los que sí son demócratas, aunque no nazi-onalistas? ¿Se refieren a que se dialogue con ese PNV, que gobernando la autonomía que cuenta con más autogobierno DEL MUNDO ENTERO, todavía siguen diciendo que su objetivo final es lo que ellos llaman incorrectamente la autodeterminación y la soberanía? ¿Se referirán a ese PNV que, por boca de Arzallus y Eguíbar, rezuman odio visceral contra todo lo español y lo común, al mismo tiempo que muestran condescendencia hacia los asesinos de ETA, de quienes opinan que sólo son unos chicos algo díscolos, descarriadillos, que hay que reeducar por su táctica errónea, pero de sus mismos fines a grandes rasgos? ¿Se refieren a ese PNV que, con plenas competencias en Educación, vienen imponiendo unos libros de texto en los colegios vascos, en los que no hay ni una sola línea con un solo aspecto positivo de la unidad española y sí todo un discurso separatista, manipulador de la verdad histórica y que presenta al Estado español (jamás escriben España) como el anatema, la amalgama más negra, enemiga y satánica de la Historia?

Pero ¿cómo pudieron ser tan tontos los gobiernos del PSOE y del PP que no escucharon a los sabios obispos y se pusieron a dialogar con esas almas benditas, tan comprensivas, tan solidarias, tan pacíficas y tan predispuestas como Batasuna y Arzallus?

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En otro apartado, después de pegarle un varapalo a ETA y abogar por la libertad y la democracia, los obispos se ponen a clamar que no todo vale contra el terrorismo, que no se debe descompensar el binomio seguridad-derechos humanos, que no debe confundirse firmeza con dureza, que ni siquiera los mayores malhechores pueden ser objeto, por ejemplo, de malos tratos y, menos todavía, de la aplicación de la tortura. Bien, bueno, y esto ¿a qué viene? ¿Es que esto lo pretende el Gobierno del PP o el programa del PSOE? ¿Acaso se señala eso en algún párrafo de la ley en cuestión? ¿A qué viene sacar ahora estas frases, que todo ser humano hace suyas y mucho más los etarras, siempre que sea, claro, para aplicárselas a ellos solamente? Creo que esto confunde a los cristianos vascos de buena fe. Otra explicación no cabe a su segunda lectura: insinuar, ladinamente, que los gobiernos de PSOE y PP delinquen igual que los chicos.

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Hablan de identidades nacionales contrapuestas... Unos se sienten "sólo vascos; otros "solamente españoles; otros "más vascos que españoles; otros "más españoles que vascos; otros, en fin, "igualmente vascos y españoles. Hablando en plata, digo yo, lo primero, "sólo vascos, se sienten los de ETA, Batasuna y PNV y EA; e "igualmente vascos y españoles, PP y PSOE. De los de IU ni se sabe. Los demás grupos no abundan y los "solamente españoles no existen y si hay algún vasco que así piense, está más confundido que si dijera que solamente se siente del planeta Kripton. Y luego reclaman los mitrados el hallazgo de una fórmula de convivencia en la que cada uno de los grupos modere sus legítimas aspiraciones políticas en aras de una paz social y una comunicación confiada y no use la fuerza ciega por un lado y el puro imperio de la ley por otro. Y aquí hay bacalao que cortar.

Es decir, monseñores Juan, Ricardo, Miguel y Carmelo ponen en el mismo nivel las pretensiones y actividades de unos y otros; y a todos "tiran de las orejas para que convivan, "regañando sacrílegamente desde sus púlpitos (y digo sacrílegamente porque los púlpitos sirven para predicar a Cristo y no para hacer política mala, confundiendo a los fieles y privilegiando a unos mientras marginan a otros) y por igual, como si iguales fueran, tanto al Gobierno democrático (los del imperio de la ley), como a los etarras (los de la fuerza ciega).

Vamos a ver. Esto estaría bien dicho y sería digno de unos obispos valientes, si hasta ahora, desde el año 1977, hubiera estado prohibida la entonces impecable, en teoría, Herri Batasuna, sus opiniones, sus reuniones, sus concurrencias a las elecciones, sus actuaciones, sus homenajes, sus gobiernos municipales... Pero el tiempo se ha encargado de despellejar de sus pieles de corderos a quienes por dentro eran sanguinarios lobos ¿No les da vergüenza a estos obispos de hacer tabla rasa entre ETA/Batasuna y quienes se sienten igualmente vascos y españoles? ¿Es que acaso los que se sienten igualmente vascos y españoles no respetan la libertad de opinión, reunión, manifestación y actuación de los que se sienten sólo vascos? ¿Y a éstos cómo se atreven a igualarlos en acciones a los primeros? ¿Acaso no son los que se sienten sólo vascos y además de Batasuna y/o de ETA, tanto monta..., y quito en esta ocasión a los del PNV, es que acaso, repito, estos batasuneros y etarras respetan la libertad de opinión, reunión, manifestación, actuación y concurrencia electoral del PP y del PSOE? Si en ningún mitin ni sede del PP y del PSOE queman ikurriñas (al contrario, la defienden y la hacen suya), si el PSOE y el PP son contrarios a la pena de muerte y jamás amenazan la vida de nadie; y si, en cambio, en los mítines y bravuconadas de Batasuna, sí queman y pisotean banderas españolas, llaman luchadores políticos y patriotas a los terroristas de ETA y les exigen a grito pelado, ésos de Batasuna, a sus heroicos soldados: "¡¡¡ETA MÁTALOS, ETA MÁTALOS!!!... Si ocurre esto, ¿no les da nada por cuerpo a esos obis-pillos equiparar y meter en el mismo saco a Batasuna y a PP y PSOE?

Los obispos vascos acaban de invitar, con esa sonrisilla de quien nunca ha roto un plato, a PP y PSOE a que moderen sus legítimas aspiraciones y el puro imperio de la ley, y se sienten en la misma mesa a dialogar con los chicos de Batasuna, que éstos les escucharán con los ojos abiertos, mientras queman infantilmente la bandera de España por debajo de la mesa y ponen, en otra inocente travesura, algo pesada, eso sí, una bomba-lapa debajo de sus sillas.

Acaban esa parrafada diciendo "Entre todos, paz para todos. Y encima se lo creen. ¿O es que se burlan de nosotros? Que vayan, si se atreven, estos señores prelados a los familiares de las víctimas, y les digan paternalmente, mientras le ponen la mano en el hombro: "Entre todos, paz para todos. Pero ¿qué burla es ésta?

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Estos obispos son nazi-onalistas. Ellos mismos lo confiesan sin darse cuenta, porque se les ha escapado un gazapo. Si el que lee la carta pastoral sabe algo de Historia y de Política y sabe leer el texto oculto, en seguida se da cuenta.

Efectivamente, hay una frase que los descubre como nazi-onalistas, aunque ellos mientan diciendo que no lo son. Es cuando escriben:

"... En consecuencia, ni la aspiración soberanista, ni la adhesión a un mayor o menor autogobierno, ni la preferencia por una integración más o menos estrecha en el Estado español son, en principio, para la Iglesia "dogmas políticos que requieran un asentimiento incondicionado.

Por la boca muere el pez. Tras escribir estos aparentemente respetables y democráticos renglones ¿cómo osan decir que ellos no son partidarios si sólo con usar esas palabras ya cantan involuntariamente su partidismo?

Presentan la realidad histórica falseada, al revés, mediante palabras y definiciones propias del PNV. Señores obispos: ¡no procede hablar de integración más o menos estrecha en el Estado español, porque el País Vasco siempre estuvo y está integrado! "Integración podrá decirse de aquel país, que habiendo existido siempre independiente en la Historia, ahora quiera sacrificar su soberanía para meterse bajo las faldas de otro estado más grande y poderoso. ¡No, señores obispos! No pongan a PP y PSOE como una especie de espías, apátridas o españolistas, quintacolumnistas e infiltrados en el País Vasco que vienen ahora a acabar con una supuesta soberanía histórica vasca. Esto es lo único que les falta por escuchar a los dialogantes chicos de la ETA. Los obispos nos dicen que hay "unos que prefieren una integración más o menos estrecha en el Estado español, es decir los del PP y PSOE, como si el Estado español fuera algo ajeno, diferente, extraño a lo vasco, cuando es justamente al revés.

En cambio, para "los buenos, PNV, EA, Batasuna, sus eminencias reverendísimas guardan palabras llenas de connotaciones positivas y llenas de futuro –la aspiración soberanista–.

Pero hay que ser rigurosos y no falsear más la Historia. No procede hablar de "soberanía, sino de "secesión, que es separar, desgajar, lo que siempre estuvo unido voluntariamente, en concordia, en armonía, en hermandad y a satisfacción de todos. Así, justamente así, es como fueron las relaciones entre vascos y el resto de los españoles a lo largo de toda la Historia. Legítima aspiración "soberanista sería si el País Vasco hubiese sido un estado por sí y ajeno al resto de España, que, en un momento dado de la Historia, hubiese sufrido una conquista y una ocupación (como Irlanda del Norte o Palestina). Pero eso, jamás, jamás ha ocurrido en la Historia. El País Vasco siempre ha sido, no parte, sino esencia y origen de España. A lo largo de los siglos XV al XIX obtener un "certificado de vizcainía era lo mismo que poseer una llave para acceder, sin problemas, a todos los cargos honoríficos y dignidades, porque los vascos, con sus ocho apellidos vascongados, se consideraban a sí mismos como los españoles más puros. Los vascos, con la Iglesia vasca al frente, siempre propiciaron y participaron en todas las empresas españolas, buenas o malas, edificantes, equivocadas o vergonzosas (no se puede juzgar el pasado con la rigurosidad de la mentalidad evolucionada del presente); digo que los vascos siempre participaron y propiciaron dichas empresas codo con codo, respetando y siendo respetados, hermanados y sabiéndose hermanos con el resto de los españoles.

Quitando regímenes dictatoriales recientes, nunca el reino de España fue represor de lo vasco. Jamás. Justo al contrario, alentó siempre los valores y la cultura vasca. Más bien los excluyentes, los separadores, los que se sintieron superiores fueron los amigos de los obispos: el PNV.

Cuando aparece el PNV a fines del siglo XIX es cuando nace, artificialmente, el secesionismo. El PNV era la derecha más reaccionaria vasca, que surgió del Carlismo derrotado y de la Iglesia trabucaire. La explicación es muy sencilla. El Estado liberal, al acabar definitivamente con el Antiguo Régimen absolutista en el año 1837, quiso hacer una sociedad igualitaria, acabando, entre otras muchas cosas, con los antiguos privilegios de los Concejos municipales vascos y navarros. Por eso, es precisamente en Navarra y en el País Vasco donde triunfa el Carlismo, porque éste quiso resucitar el Absolutismo y los privilegios concejiles. Y por eso, la Iglesia vasca y navarra, añorando la Inquisición y en guardia ante las desamortizaciones, apoyó sin reservas al Carlismo. Y entonces se dio el grandísimo contrasentido de que, pretendiendo ser el Carlismo vasco y navarro la esencia de "lo español ("Dios, Patria, Rey), tras acabar derrotado, surgió hacia 1890, de la noche a la mañana, de las cenizas del Carlismo, el Partido Nacionalista Vasco, cuyas reivindicaciones oficiales eran: "fueros (privilegios insolidarios), gobierno patriarcal, leyes viejas, tradición, antiliberalismo, orden, familia, propiedad, euskera y estado confesional integrando a la Iglesia (Paul Arzak: "Historia del País Vasco, 1980). Y Sabino Arana, fundador del PNV, dejó bien claro que el euskera era el principal elemento unitario para luchar contra los maketos, como llamaban al resto de los españoles, a quienes consideraban blasfemos, irreligiosos, vagos y borrachos. Efectivamente, en el noble y bello idioma vascuence, en esa joya ancestral que es el euskera, un yacimiento lingüístico vivo de la Prehistoria, orgullo para todos los españoles, no existen las blasfemias ni las palabras malsonantes o palabrotas. Pero de ahí a satanizar a todo el que no era vasco de pura cepa, incluso por la razón de no ir a Misa, no es un bagaje muy edificante para los curas nazi-onalistas que hubo y que hay.

El PNV siempre fue confesional y clerical. En justa consonancia, todavía hay curas y obispos vascos que desean ser nazi-onalistas por encima de ser pastores de todos los cristianos. (En cuántas ocasiones un sacerdote católico, y abertzale, se niega a asistir espiritualmente a un guardia civil moribundo tras un atentado etarra...).

Cómo se les ve el plumero nazi-onalista a estos obispos que equiparan, convocándolos a dialogar por la paz, tanto a soberanistas batasunos como a los del PP y PSOE, a los que sus ilustrísimas denominan como los que muestran su preferencia por una integración más o menos estrecha en el Estado español... ¡"en! el Estado español, como si PP y PSOE quisieran diluir una cucharada de azúcar (el País Vasco) en un cacillo de agua (el Estado español).

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Vuelven al equívoco, a la confusión de la gente de la calle, cuando declaran que nadie ha de subestimar las señas peculiares de este país, como son, entre otras, la lengua y la cultura. Pero, Dios mío, veintisiete años han pasado ya de la muerte de Franco (que, por cierto, rigió el régimen que más privilegió la economía vasca en toda la historia de España), ¿y todavía piden algo que llevamos por lo menos un cuarto de siglo respetando y propugnando convencida y hermanadamente todos los españoles de buena fe? Pero ¿a qué viene ahora salir con esto? ¿Es que el Gobierno, es que el PP, es que el PSOE desprecian la lengua y la cultura vascas? Pero ¿dónde están quienes cometen esa villanía, señores obispos? ¿Por qué aducen esto, si así les ríen las gracias a Batasuna y ETA, a la vez que les lanzan una mirada severa de reproche a Gobierno, PP, PSOE, etcétera, por aprobar la ley de partidos políticos?

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La guinda viene cuando afirman que nos preocupan, como pastores, algunas consecuencias sombrías que prevemos como sólidamente probables y que, sean cuales fueren las relaciones existentes entre Batasuna y ETA, deberían ser evitadas.

Aquí hay que pararse y coger oxígeno. "Sean cuales fueren. Es decir, estos obispos dicen que, aunque Batasuna fuere la mismísima ETA (¿quién lo duda?, hasta los mismos obispos lo dejan entrever), el Estado democrático y responsable de que se respete la Vida, la Libertad, la Paz y la Dignidad de todos los ciudadanos, debe ¡"evitar! aprobar y hacer cumplir una ley contra los que matan, los que quitan la Libertad, los que deshacen la Paz y los que pisotean la Dignidad de los seres humanos a los que cumple defender.

En su carta pastoral, los obispos claman que hay que optar por la paz, poniéndola por encima de los demás Valores, cuando entre dichos Valores y la Paz haya incompatibilidad. Para ellos, la Paz está por encima de todo, aunque sea claudicando ante el chantaje, la amenaza y el asesinato: dialogar, dialogar, dialogar, con los asesinos, es decir, darles, darles, darles todo lo que pidan, para que dejen de matar. Incluir una "política penitenciaria que permitiera a los presos cumplir su condena más cerca de sus lugares de origen entrañaría, por ejemplo, un gesto de humanidad, sobre todo para sus padres y familiares. Y puesto que los etarras que están presos lejos del País Vasco son solamente los etarras convictos y confesos, condenados por asesinar sanguinaria e inhumanamente, a sangre fría y a traición a políticos, guardias civiles, jueces, profesores universitarios, policías, militares, concejales, inocentes todos, sus eminentísimos e ilustrísimos prelados están queriendo decir que lo más urgente, ante tanta carnicería y tanta masacre, para un obispo cristiano, es que estos chicos estén más cerquita de casa, aunque para cometer sus asesinatos, en su día, por ejemplo en Málaga, no tuvieron empacho en coger el coche y pegarse un molesto viajecito; viajecito que ahora hay que intentar evitarle a los suyos, a sus familiares, que en la mayoría de los casos son más etarras que los hijos, y les dieron a beber el biberón del odio y la muerte. Es decir, yo voy a Málaga y mato, y ahora exijo que si me pilláis, me traigáis al País Vasco. Me imagino a un talibán del grupo terrorista Al-Kaida que coge y se carga un rascacielos con 5.000 personas dentro. Me imagino que lo pillan. Y me imagino al talibán, diciéndoles a los familiares de las víctimas: "Exijo que, si he de estar en la cárcel, sea en Afganistán. Y a renglón seguido, los obispos vascos le escriben a Bush una carta pastoral, avalada por Arzallus y Llamazares, diciéndole que acerque al de Al-Kaida a su tierra.

Cómo coinciden en esta reivindicación los obispos con el etarra Mariñelarena, asesino de Buesa, quien acaba de exclamar estrepitosamente en el juicio, rebelándose contra el juez: "¡Denuncio la situación de los cerca de seiscientos presos POLÁTICOS vascos, que se encuentran desperdigados lejos de sus casas! Una vez más ETA y Batasuna repiten, hasta la extenuación, que los etarras que están en la cárcel lo están por motivos políticos, y que, por lo tanto, el Estado español no respeta sus ideas políticas y es fascista. Y sin haber los pobres matado ni una mosca. Hombre, a personas sí han matado, pero, ¡bah!, ¡no eran más que unos del PP, del PSOE, unos policías sin importancia, unos juececillos...! ¡Es decir, motivos "políticos! Ahora comprendo a quienes se oponen a la ley en cuestión: es que esta ley actúa contra los batasunos que aplauden y alientan a sus chicos a que cometan unos asesinatillos de nada ¡¡es que, desde luego, esta ley les recortan sus actividades políticas!!

Y los obispos vascos lo advierten. Para que los cristianos estemos avisados de este recorte que va a sufrir una buena gente, como es Batasuna.

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Abogar por esa Paz cobarde es exactamente lo mismo que si en los evangelios viéramos a un Jesucristo que, al ver a los mercaderes en el templo, en vez de liarse a latigazos, hubiera dicho, como los obispos vascos, "es mejor evitar consecuencias sombrías, no alterar el clima social, es preferible una reserva cautelosa ante este asunto candente y resbaladizo. Clamar por la Paz cobarde es lo mismo que si Jesucristo hubiera evitado el enfrentamiento dialéctico en el templo con los fariseos, los defensores de las tradiciones vascas, perdón, digo judías de entonces, para evitar la reacción de éstos y de los zelotes, por muy "sepulcros blanqueados que aquéllos fueran. La falsa y cobarde Paz de la que hablan los obispos vascos es la claudicación ante Batasuna y su ETA. ¿Se imaginan a Jesucristo intentando el diálogo, la negociación o un tira y afloja ante Pilato, en el interrogatorio, a fin de alcanzar una Paz consensuada y evitar su muerte en la cruz, en lugar de decirle lo que le dijo: "Si mi reino fuera de este mundo, ¿mis discípulos lucharían para que yo no fuera entregado?

¿Cómo pueden los obispos vascos propugnar, sobre el papel, que se eduque por la paz... suscitando en las jóvenes generaciones la sensibilidad por toda vida humana, el respeto al diferente, el sentimiento de pertenencia a un mismo pueblo plural... y, al mismo tiempo, pegarle esta bofetada a la ley aprobada por más del 90% del Parlamento español, que es quien desea más que nadie esa educación, mientras que, en la práctica, nunca la Iglesia vasca ha criticado al Gobierno autónomo del PNV, que es quien ha alentado la exclusión de lo diferente y el sentimiento de estirpe euskalduna?

Si la Paz como objetivo prioritario va a significar la continuación de la dictadura real y efectiva que están ejerciendo Batasuna y ETA en las zonas rurales vascas y sus bárbaros callejeros de Bilbao y San Sebastián, entonces hay que colocar por encima de la Paz a otros Valores: la Justicia y la Dignidad; poniendo en manos de los jueces y fuerzas de orden público todas las leyes que sean necesarias para que se encarcele y castigue no solamente a los que matan (ETA), sino también a los que amenazan, a los que dañan, a los que insultan, a los que agreden física y psíquicamente, a los que a ETA mantienen, dirigen, dan información, financian con sueldos cobrados del Estado (para eso sí quieren el Estado), y quienes, a los etarras, les hacen homenajes, les dedican calles, les ponen capillas ardientes en los ayuntamientos y los ponen en sus camisetas, y quienes proponen mociones en nombre de ETA, boicotean (con su público histriónico y de ojos enrojecidos) los plenos de los pueblos y ciudades vascas y, en fin, una ley que ya, de una vez, ilegalice a esa Batasuna, cuyos militantes, en sus mítines, azuzan a los de las pistolas al grito de "¡ETA Mátalos! Es necesaria una ley que deje claro que, mientras más democrático y libre es un Estado, más armas debe tener en su mano para meter en la cárcel a los que atenten contra la Vida y la Libertad.

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Leyendo la carta pastoral de los obispos vascos, motivada por su urgente ansia en ponerse al lado del derecho de Batasuna a seguir haciendo lo que hace y contra el derecho del Gobierno y de casi todo el Parlamento de sacar una ley de legítima defensa ante las chulerías cómplices de Batasuna, se me viene un caso similar a la cabeza.

Hitler, en 1933, ganó las elecciones con el voto de millones de alemanes. Detrás dejaba una estela de sangre, atentados, fanatismo, racismo y exterminio del que era de otras ideas o de otras razas consideradas venidas de fuera. Imaginemos al gobierno precedente de Alemania intentando aprobar una ley para pararle los pies por la vía judicial y policial a Hitler. Pues allí saltarían nuestros amiguetes Juan María, Ricardo, Miguel y Carmelo, con el PNV e IU de añadidura, escribiendo una carta pastoral deslegitimando dicha ley, porque Hitler y sus chicos están avalados por miles, por millones de votos, y no se puede dejar a toda esa masa social fuera de la ley; abogando por el diálogo con esos chicos de las "SS, para intentar llegar a un acuerdo con ellos, sean cuales fueren las relaciones existentes entre el Partido Nazi y los matones de las "SS; igualmente, le pedirían a Hitler y sus nazis que, por favor, no se impusieran por la fuerza ciega, de la misma forma que, poniendo al hipotético Gobierno alemán a la misma altura que esos chicos de la porra y de la gorra, le pedirían que no tratara de imponerse a los nazis por el puro imperio de la ley. Al fin y al cabo, tanto los nazi-onalistas de Batasuna, como los nazis de Hitler cuentan ¡con el respaldo de miles de votantes! Y ningún Estado, dirían, está legitimado para coartar la libre existencia y concurrencia de los partidos...

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En el último párrafo, en fin, de la carta pastoral, los obispos vascos oran ante la Virgen María, en una invocación sincera e incontestable, haciendo un bello juego de palabras con las distintas advocaciones de la Madre de Jesús; oración que yo, por supuesto, hago mía y rezo también:

"Nuestra Señora de la Esperanza, que es también Nuestra Señora de la Paz, sostenga nuestra esperanza y nos consiga la dicha de la paz.

Sólo... una última apostilla. A propósito de advocaciones divinas y marianas y tratándose del tema de los nacionalismos, yo añadiría una invocación y una advocación más:

Que nos inspire y nos dé fuerzas y dignidad Jesucristo, Rey del Universo, único Señor de un Reino que es la verdadera y única patria, el único nacionalismo y la única soberanía por la que un cristiano, como tal cristiano, debe luchar, uniendo lo que esté separado y no separando lo que siempre estuvo felizmente unido.

Fortún de Oñati,
13/14 Junio 2002.

(Firmo esta carta con mi nombre, porque estamos en Andalucía. Si se me ocurriera publicarla en el País Vasco o en Internet, tendría que inventarme un seudónimo, por miedo. Tengo mujer, dos hijas y un préstamo hipotecario de 20 años por pagar, y se me pasa por la cabeza que a alguno de estos chicos les entrarían ganas de reventarme con una bomba. Algunos de estos chicos, con los que los obispos vascos quieren que se dialogue. Los chicos a los que estos obispos vascos han salido ahora, como resortes, a defender, pontificando que no se les debe ilegalizar. Los chicos que les merecen a estos obispos y a los famosos 350 curas más respeto y simpatía que el Gobierno y la inmensa mayoría parlamentaria y democrática de toda España.)