Por Juan Fco González Tejada.

Escuchamos estos días que dice esa izquierda de los niños malcriados sin dar palo al agua, que proponen que los propietarios de viviendas en alquiler tengan que dedicar el 30% de sus ingresos al alquiler social.

Nosotros, tenemos que intentar ser vanguardia del pensamiento, y ser esa mosca cojonera, aguafiesta de los pensamientos sencillos e instintivos, y efectivos desactivadores de la demogagia que cala en las conciencias en estado de necesidad, o en las conciencias de la comodidad y el egoísmo.

Osea, tenemos por un lado a un trabajador que ahorra y que no se permite el lujo de gastar todo lo que gana, y por otro lado tenemos a otra persona resulta que sí lo hace. Cuando al primero le vienen mal dadas, tiene recursos propios para hacer frente a los malos tiempos. El que se gasta todo, recurre al Estado y éste le rescata con sus subsidios. Y se pretende una acción de Gobierno que haga recaer sobre los primeros lo que corresponde a toda la sociedad. Es importante decir que no todos los que reciben subsidios pertenecen a este grupo, pero sí es una parte de ellos.

Y no basta con eso, sino que la curiosa concepción de la Justicia Social de estos pijoprogres es que la Persona responsable que se privó de lujos e invirtió en su futuro, tenga que soportar la irresponsabilidad de la segunda actitud ante la vida, que vivió al día, disfrutado de lo que no estaba a su alcance, mientras que ahora se le pide que entregue parte de su esfuerzo que no disfrutó, sino que en muchos casos trabajó lo que otros no estaban dispuestos a trabajar; y no gastó, lo que otros sin tenerlo, sí estuvieron dispuestos a gastar en lo que no era necesario.

El artículo 47 de la Constitución Española declara que todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada y atribuye a los poderes públicos la obligación de promover las condiciones necesarias y establecer las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho.

La Justicia Social en lo que a la labor del Estado se refiere, comienza con que ese elevado nivel impositivo que soportan los que pagan, los que producen, la Casta Política lo gaste en hacer imposible la especulación inmobiliaria construyendo viviendas y no dejando que está especulación se produzca, y en no cargar sobre la concepción ahorradora, previsora, una injusta carga sobre los particulares, lo que debiera ser una responsabilidad colectiva, y hacer recaer esa Justicia Social articulada sobre el conjunto social. Por poner el ejemplo más extremo, ¿O es que el que especula durante toda su vida, y hace del capital la renta de la que vive, no tiene que sostener esa carga que se le pide al que siempre vivió de su trabajo y lo acumuló en forma de ahorro?

Defendemos la Justicia Social, el trabajo como forma de Dignidad Personal, y la protección del sagrado ahorro como el trabajo acumulado del que no gastó todo lo que con su sudor obtuvo.

Y si bien eso es lo que dice la izquierda pijoprogre, la derecha vendió a fondos buitre las viviendas sociales, por ejemplo en Madrid. Y también la izquierda socialdemócrata, como en Extremadura, Vara proponía frente a los presupuestos de Monago cuando gobernaba, aumentar los presupuestos de la Comunidad Autónoma con la venta de la mitad del Parque de Viviendas Sociales.

Frente a todos estos parches, la solución no es cargar sobre los trabajadores ahorradores. Esta no es la solución que necesitan los jóvenes trabajadores y las familias, y menos aún lo es vender las viviendas sociales.

El mercado se interviene con sus leyes naturales, y para bajar los precios, hay que construir y aumentar la oferta en la venta y en el alquiler, con una gran acción de promoción de venta y alquiler de un Gran Parque Público de Viviendas. Se hizo en otros tiempos con muchos menos recursos económicos.

Entre la demagogia, y la desidia de izquierdas y derechas, aún queda la concepción rojinegra de la Justicia Social. La Justicia Social es una empresa colectiva y la vivienda es un bien de vital y necesario para Integridad, que se vértebra la Dignidad, y la Libertad de la Persona. Hoy nuestro Estado moderno dedica muchos recursos a excesos de ricos mientras descuida el techo de los pobres a precios asumibles.