Cumbre de partidos nacionalistas ayer en Cataluña, todos están de acuerdo, Puigdemont también: el negoci es el negoci: pondremos fecha y hora al plebiscito nazionalista. Así lo aprendieron del gran inspirador e instigador, el excelentísimo ex presidente de la Generalitat, Jordi Pujol. Quien supo cómo nadie, que nada como controlar los resortes públicos y por ende los privados, en una porción reducida pero significativa de territorio, para, a través del sentimiento, aprovechar las cuantísimas posibilidades de que una reducida clase privilegiada se convierta en inmensamente rica. La fórmula no es nueva, “Divide y vencerás”, reza el viejo Romancero Español. Y, por otro lado, una antediluviana argucia de excelente artificio: la exaltación de los sentimientos sin que medie la razón, la inteligencia, el sentido común y, por qué no, la virtud. Un tándem perfecto capaz de convertir una comunidad civil formada por criterios y diferencias enriquecedoras, en masas, en ejércitos de adocenados para el fin deseado, que, en este caso, y a los hechos nos remitimos, era, como se dice vulgarmente, forrarse. Así de triste. No se saquea lo que se ama.  Nuestro gen anti-español, cretino por naturaleza y el pensamiento único impuesto desde fuera, por la globalización, han hecho el resto.

Y el aciago desenlace daña la vista: una familia, con un puñado de plebeyos intelectuales y morales alrededor, practicando políticas torticeras, insultando la inteligencia de un pueblo que les aclama y les perdona el desmantelamiento de un sistema público que venía a añadir decencia y dignidad a la mayoría.

Por otro lado “el enemigo”. Un Estado español consentidor, que calla y otorga, tremendamente sensible con la corrupción y la deslealtad. Que calla, principalmente, porque de lo contrario tendría que admitir y corear al unísono, que “todos somos el 3 e incluso el 4 por ciento”, y eso iría contra el Sistema. “Todo en el Sistema, nada fuera del Sistema, nada contra el Sistema”, viejos patrones disfrazados de democracia formal.

 Buen rollo o pasteleo de Santamaría y Junqueras

 

La vicepresidenta del Gobierno de Rajoy, Ciudadanos y Urkullu, aseguraba, nada más conocerse el órdago independentista, citamos palabras textuales: “haremos lo que tenemos que hacer”, expresándose con una vetusta alocución que, si algo denota, es contundencia, a lo que podemos asegurar, sin temor a equivocarnos: nada más lejos de la realidad, señora.

Soraya Sáenz de Santamaría retoma un insulto continuado a la inteligencia de todos los españoles, sobre todo a los catalanes, si atendemos lo que han venido haciendo hasta ahora: nada, salvo aceptar chantajes independentistas del tipo que sea, aunque el chantaje venga de ETA y se firme con sangre.

Desde Falange Auténtica creemos que lo que tenían que haber hecho ustedes es proteger la igualdad de todos los catalanes, preservando lo público, la Sanidad Pública, por ejemplo. Protegiendo la independencia de la enseñanza pública, haciendo, un suponer, que se cumpliesen las sentencias de los Tribunales a favor de una Educación independiente. Lejos de eso han intentado ustedes, por enésima vez, lo que en años anteriores, con Pujol, les salió a la perfección -como así ha ocurrido este año con los independentistas del Gobierno vasco-, comprar su investidura con dinero amañado, ofreciendo favores envenenados. Suponemos que esta vez querían más. Es lo que tiene la mafia.

Y todo ello para salvar al PP, y los privilegios de todos aquellos que forman parte del partido. Y para continuar practicando las políticas de Merkel y el FMI. Para lo que, efectivamente, y ahí son ustedes congruentes, no es necesario ocuparse del bien común, de la justicia social, de los dependientes, de los trabajadores, de la Sanidad Pública, de los autónomos que sobreviven con el agua al cuello, pagando una cuota para que ustedes hagan negocios con los independentistas, con los impuestos y el sudor de la frente, sí, el sudor de la frente, de todos los trabajadores españoles honrados.  

Por no tener, no han tenido si quiera ustedes la contundencia de aplicar la ley. La ley es el artículo 155 señor Rajoy.

Falange Auténtica