Por C. Vara

Dicen que cuando alguien ha sufrido un ataque o una mala acción por parte de otra persona y esto le ha provocado sensación de miedo, éste suele borrarse del todo cuando la persona causante de dicha sensación fallece y desaparece para siempre.

Aparentemente esto debería ocurrir en Chile con la muerte del ex dictador Augusto Pinochet, pero desgraciadamente parece que no va a ser así.

Los diecisiete años de mandato de Pinochet, de 1973 a 1990, dejaron, por obra y gracia de la temida y terrible Dirección de Inteligencia Nacional, más de 3.000 muertos y desaparecidos y 28.000 torturados, espeluznantes cifras que no parecen estremecer a todos por igual.

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Por Flecha y Catus

No cabe duda de que algo está cambiando en Iberoamérica pues, elección tras elección, las opciones que enarbolan unidas la bandera del patriotismo -frente al sometimiento al imperialismo- y la bandera de lo social -frente a los planteamientos económicos neoliberales- ganan posiciones, un fenómeno que no podemos dejar de mirar cuando menos con interés y, en muchos casos, con abierta simpatía.

 

Se trata de opciones políticas alejadas de los clásicos partidos marxistas: frente al partido único defienden la democracia y el pluripartidismo, frente a la economía totalmente estatalizada plantean modelos de economía mixta o de economía social, frente al materialismo reivindican el espíritu, y frente al sometimiento a alguna Internacional reivindican la independencia de los pueblos, sin perjuicio de la solidaridad y de una mayor integración continental. Tampoco son fenómenos equiparables a una socialdemocracia clásica. Ciertamente, en algunos países se encuentran coincidencias, pero en otros muchos la nueva izquierda iberoamericana está cuestionando abiertamente los esquemas y modelos liberalcapitalistas y buscando caminos propios, algo que en ningún caso hace nuestra izquierda doméstica de Europa.

Uno de los últimos procesos electorales, el de Ecuador, ha deparado la victoria, con amplia ventaja, de Rafael Correa (Alianza País), que competía con el magnate Álvaro Noboa (del derechista PRIAN).

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Por Carlos Javier Galán

Las elecciones presidenciales celebradas en Nicaragua han deparado la victoria del candidato del Frente Sandinista de Liberación Nacional, Daniel Ortega Saavedra, quien ya fuera presidente del país y que regresa así al poder dieciséis años después. Es una oportunidad única y, por eso, conviene tener presente el contexto en el que se produce y los antecedentes históricos de la misma.

 

Tras una larga lucha armada contra la dictadura de Anastasio Somoza, los sandinistas alcanzan el poder en 1979, en un día histórico y esperanzador para el pueblo nicaragüense. Acompañando físicamente a la guerrilla popular en su entrada en Managua, estuvieron algunos de nuestros compañeros del peronismo montonero.

Se pone en marcha así la que, en mi particular opinión, constituye una de las más hermosas revoluciones del siglo XX, que enarboló la bandera rojinegra del patriotismo y la justicia social.

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Por Alejandro Petruccelli (Argentina)

La desaparición de Jorge Julio López, testigo principal en el juicio que condenó al represor Miguel Osvaldo Etchecolatz a reclusión perpetua por los crímenes cometidos durante la última dictadura militar en Argentina, continúa siendo un misterio. La aparición de su llavero en el jardín de su casa, abrió expectativas que pronto se desvanecieron, cuando una pericia confirmó que el mismo no tenía huellas dactilares. El hallazgo del llavero, el cual habría sido arrojado entre diez y quince días atrás, fue interpretado como un mensaje mafioso.

López, un albañil de 77 años, permanece desaparecido desde la madrugada del 18 de septiembre. Todas las pistas que manejaron los investigadores hasta hoy dieron resultados negativos. Las primeras hipótesis sostenidas fueron la de un secuestro organizado por grupos paramilitares cercanos a Etchecolatz, con la intención de amedrentar a testigos de futuros juicios contra represores, tras la anulación de las Leyes de Punto Final y Obediencia Debida, hasta algún problema de salud, pasando por un alejamiento acordado con su familia en busca de protección, ante posibles atentados a su vida.

El círculo cercano a Etchecolatz está bajo sospecha. También lo están algunos personajes que añoran los años de plomo y que tiempo atrás reivindicaron la represión ilegal y solicitaron amnistía para sus ejecutores.

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Por Carlos Javier Galán

Durante años, los falangistas auténticos venimos defendiendo un sistema sindicalista, donde los modelos de empresa admitidos -o cuando menos predominantes- sean de economía social -esto es, modelos en los que el capital sea justamente retribuido, pero no ostente necesariamente la propiedad ni la gestión de la empresa-. A este respecto, muchas veces me había asaltado la duda de si el capital aceptaría una legislación de ese tipo, si admitiría reducir sus privilegios para seguir ganando dinero, o si, por el contrario, la economía nacional se podría descapitalizar peligrosamente. Como observador de experiencias alternativas y socializadoras, creo que el ejemplo boliviano viene a dar cumplida respuesta a esa pregunta.

Cuando Evo Morales anunció que el pueblo boliviano recuperaba la legítima propiedad de sus recursos naturales, las empresas petroleras se rasgaron con estruendo las vestiduras y profirieron amenazas de todo tipo: políticas, jurídicas y económicas. Algunos gobiernos como el nuestro –que nunca han alzado su voz en defensa de los millones de bolivianos que viven en la miseria, que ni siquiera defienden a las pymes ni los trabajadores españoles, y que es dudoso que hagan lo propio con nuestros intereses nacionales- se apresuraron a respaldar activamente los particularísimos intereses de las multinacionales españolas, como si fuera un asunto que afectase al bien común de la nación. El duo Moratinos-Zapatero ha quedado ahora en evidencia, porque se ha demostrado que no estábamos ante ningún expolio –todo lo contrario: es posible que estemos ante el fin de un expolio- y que las multinacionales saben defenderse muy bien ellas solitas. Finalmente, todas las compañías han acabado firmando los nuevos contratos negociados con el gobierno de este país hermano. Y, para que sus cotizaciones en las Bolsas no se resientan, se han apresurado a proclamar a los cuatro vientos que su permanencia allí en la nueva situación seguirá reportándoles jugosos beneficios.

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