Vamos a subastar las soluciones a la baja natalidad en España. El señor sonriente que está sacando un conejo de la chistera ofrece 2.500 euros... 2.500 a la una, 2.500 a las dos… El caballero de barba ofrece 3.000…

 

Y ahora pasamos a subastar las soluciones al problema del acceso a la vivienda. ¿Qué me ofrecen? ¿800.000 viviendas dice la señora? Ah, que son 800.000 "soluciones habitacionales". Ah, no, 800.000 "actuaciones" dice ahora ¿Cómoooooo? La misma señora ofrece ¿unas zapatillas "kelyfinder"? ¿he escuchado bien? Señora, creo que va usted bajando la puja en vez de subirla… A ver, el caballero del fondo ofrece una casa en venta o alquiler para cada andaluz que cobre menos de 3.000 euros mensuales. ¿Hay quién dé más...?

Desde Falange Auténtica siempre hemos criticado que se canten libertades formales sin garantizar su efectividad, que los derechos constitucionales al trabajo, a la vivienda digna y tantos otros no supongan en la práctica ningún compromiso real por parte de los poderes públicos.

 

Desde esta perspectiva, a simple vista parecería algo muy positivo una ley destinada a garantizar un derecho como el de acceso a la vivienda, articulando las medidas necesarias. Pero, ¿por qué será que nadie se lo ha creído?

 

Apuntemos algunos datos que se me ocurren, aunque no son los únicos.

Primero, estamos casi en víspera de elecciones generales y de elecciones autonómicas andaluzas. Cuando alguien quiere implicarse a fondo en un asunto de esta envergadura, lo hace durante la legislatura, no al final de la misma. Cuando se plantean proyectos de este calado en un momento en que ya no queda tiempo material para abordarlos y mucho menos para ejecutarlos, realmente no suena nada bien.

 

En segundo lugar, los antecedentes. Recordaba Ignacio Camacho en ABC que el señor Chaves, que ahora promete esto a los andaluces, es el mismo que, en los últimos años, en similares circunstancias preelectorales o electorales, prometió un sueldo a las amas de casa, libros de texto gratis para todos, ascensores en todos los edificios de más de tres plantas y habitaciones hospitalarias de una sola cama, todas ellas medidas aún inéditas.

 

En tercer lugar, las formas, la seriedad… Si alguien viene con una propuesta de plan bajo el brazo, con un estudio serio de necesidades y de recursos, con demandas evaluadas, con posibles medidas, con plazos, con presupuesto..., para dialogarlo con las demás fuerzas políticas, con las demás instituciones, con los agentes sociales… será digno de consideración. Pero cuando alguien primero enuncia a los cuatro vientos la promesa en términos grandilocuentes y dice que después ya lo iremos viendo… el ciudadano espera desconfiado hasta conocer la letra pequeña. Por ejemplo, con la Ley de Dependencia, que todos saludamos como un paso histórico, todavía a día de hoy nos siguen vendiendo humo.

 

Y en cuarto lugar, en definitiva, que quienes lo prometen son políticos profesionales. No sé si esto requiere alguna explicación adicional. Creo que no, ¿verdad?

Selenio


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