Por Mendelevio

Otra vez un informe Pisa ha sacado los colores al nivel educativo español. En vez de mortificarnos con el diagnóstico, vamos a intentar vislumbrar vías de solución. ¿Cómo conseguir formar alumnos capaces de enfrenarse a problemas y no loros repetidores de contenidos memorísticos?  Me permito aquí reproducir una de las vías de salir del pozo en el que estamos: <El director del informe Pisa, Andreas Schleicher, considera que el profesorado español necesita más autonomía en la docencia y trabajar más en colaboración con los compañeros como uno de los factores que ayuden a que el rendimiento académico del sistema educativo español deje de estar estancado

"Los profesores no son dueños de su profesión", al contrario de lo que pasa en países de la OCDE que sí han sido capaces de mejorar en la Evaluación Internacional de Estudiantes de la OCDE (Pisa). (…) explica que el modelo educativo español es "muy prescriptivo", pues el Ministerio de Educación es quien principalmente establece los contenidos, pero al profesorado "no se le permite progresar dentro de su profesión, ni contribuir al desarrollo del currículum o ayudar a sus compañeros">.[1]

Alumnos en el aula de un instituto

Para ver si estamos remando en esa dirección no me voy a remontar a Villar Pallasí, ni a Maravall y su Secretario de Estado para Educación (Rubalcaba). Voy a exponer dos ejemplos de este año 2014 en los que se ve como los políticos no quieren un profesorado con autonomía. Quieren volver a un modelo de escuela jerárquico, controlado desde el poder. Convierten la Constitución de 1978 en papel mojado. El artículo 27, punto 7 dice: “Los profesores, los padres y, en su caso, los alumnos intervendrán en el control y gestión de todos los centros sostenidos por la Administración con fondos públicos, en los términos que la ley establezca”. Esto siempre ha resultado incomodo a los consejeros de educación (del PP, del PSOE, de CiU…). Se busca directores nombrados  por el poder político, que controlen a los claustros de profesores. Se buscan directores que sean representantes de la administración (de los políticos) en los centros. No se quieren claustros de profesores autónomos que puedan molestar a los políticos.

La Castilla la Mancha de Cospedal ya ha dado pasos en esta dirección:  “Las modificaciones que presenta la Consejería de Educación al Decreto que regula la elección de los directores en los centros educativos públicos suponen un auténtico atentado contra la participación de la Comunidad Educativa y un desprecio a la democracia en la gestión de los mismos" (…) “ Se reserva por Decreto la mayoría absoluta (4 representantes) en la comisión encargada de la elección del director de cada centro, colegio o instituto. La opinión del claustro (2 miembros) y del consejo escolar (1 miembro) no contará para nada. Todos los sindicatos han rechazado el decreto de  modificación del sistema de elección de los directores que pretende el PP, pero el Gobierno está decidido a imponerlo este mismo curso”.[2]

En Cataluña han empezado a dar poder a los directores para amaestrar a los profesores y maestros, se les da la capacidad de elegir las plantillas. “Los directores de escuelas e institutos en Cataluña ejercerán de jefes de personal y podrán seleccionar hasta la mitad de su plantilla. El Gobierno catalán aprobó el martes un decreto que da más poder a los directores de centros educativos públicos a la hora de formar su equipo docente, de manera que podrán decidir el perfil de profesor más acorde con su proyecto educativo cuando deban cubrir las vacantes que se generen —ya sea por jubilación, enfermedad, traslado...—. La medida ha abierto una fuerte brecha que coloca a los directores y la Administración a un lado, desde el que defienden la mejora que aportará el poder elegir a los docentes más idóneos en cada caso; al otro lado se sitúan los sindicatos de profesores, que alertan de los riesgos de “enchufismo” y “amiguismo” que puede generar”.

A los políticos no les interesan alumnos que aprendan a pensar, a analizar, a reflexionar, a criticar, a hacer cosas… interesan alumnos aborregados, por profesores amaestrados, que les entretengan el mayor número de años.  Eso sí a los hijos de los políticos se les envía a colegios de élite, para que se perpetúe la casta[3].