Sin duda en cualquier país del mundo, democrático naturalmente, la situación a que nos ha conducido el actual presidente del Estado, el socialista Rodriguez Zapatero habría sido la de arrojarlo a los desiertos políticos, defenestrado de su poltrona e incluso enviado a los lugares del fracaso más hiriente. Eso, sin ninguna pasión subjetiva, es lo que habría ocurrido en esas naciones con un talante abierto pero no aquí, en esta España de nuestros amores, y a veces nos asalta la pregunta de cómo es posible que a la altura del desastre económico que nos acucia, este presidente- socialista no se haya ido por la puerta de atrás. ¿Se puede explicar por qué, no sólo por la perversa situación que pasamos sino sobre todo por las traidoras contradicciones en que incurre el Sr. Zapatero, socialista, aguanta en el Gobierno? ¿Cómo se perdona el gritar sin vergüenza que él “Nunca jamás recortaría derechos sociales”, y ahora quita un cinco por ciento de recorte salarial , que congela pensiones y suprime ayudas maternales o que suprime de golpe 6.000 millones para infraestructuras? Nunca en la España democrática nos había pasado esto, de modo que la mentira del presidente de Gobierno, socialista, destaca todavía más con oscuros reflejos, y por supuesto, con razones suficientes para que este hombre desaparezca de las responsabilidades de Estado.

¿Por qué no sucede que el Sr. Zapatero, socialista, dimita o se vea forzado a hacerlo por pura decencia política., y desaparecer del mapa ejecutivo?. A mí sólo se me ocurre, porque en nuestro país se mantiene el ideologísmo, una grave enfermedad como su nombre indica, que hace que los españoles sean fanáticos en la defensa a ultranza de algunas ideas, aunque esas ideas sean una catástrofe.. Quizá yo también peque, aunque lucho por no hacerlo jamás, pero parece instalado en el subconsciente ciudadano. Fuera, por mucho menos, han sido defenestrados, esto es tirados a la papelera de lo inservible a destacados hombres y mujeres de gobierno que no hicieron bien sus deberes, pero aquí, en España, da la impresión de que hagan lo que hagan, si “son delos nuestros”, ni mentarlos. Es una situación en donde todo el mundo se da cuenta de lo mal que lo hacen, de sus medidas agresivas y a destiempo, de la tragedia a que nos llevan, pero ¡ah, amigos,¡ si esa, nulidad política pertenece a la ideología digamos nuestra, para no incordiar, pero que todos conocemos, tendrá bula total para no solamente justificar sus desmanes sino para que continúe haciéndolo. Verdaderamente algo fuera de razón.

Es demencial, pero aquí somos así. No importa que mienta, que se contradiga, que diga una cosa hoy y otra muy distinta mañana. O que nos arruinen. En seguida vemos asombrados como dice eso de “Bueno, pero yo no voy a votar a otro”, y se quedan tan panchos. Lo repito,l eso pasa en España; en los países que se precien de modernos, de demócratas, de libres, sus ciudadanos normales, no los que son militantes partidistas y eso se entiende, sino el pueblo llano, el de a pié de calle, no consentiría esa manera tan descarada, tan prepotente, tan maniquea, tan demagogica, y lo habrían mandado al cajón de los recuerdos. Sólo el fanatismo ideológico en este país, permite que un mentiroso compulsivo, permanezca en la Moncloa.

Disprosio