Desde los tiempos de la transición el mes de agosto ha sido un mes en el que los símbolos cobraban relevancia en el País Vasco, cuando eran utilizados por los radicales como argumento de confrontación en lo que mediáticamente se dio en llamar "guerra de las banderas.

La legalidad en materia de banderas ha sido vulnerada durante décadas, encubriéndose el rechazo de los nacionalistas a la exhibición de la enseña nacional de España con la ausencia de cualquier bandera en los edificios de la administración autonómica y de las corporaciones locales con la única excepción en alguno de los principales ayuntamientos el día grande de las fiestas cuando, de modo vergonzante, la bandera nacional ondeaba por unos instantes junto a la ikurriña y la bandera europea.

 

 

Desde febrero la bandera nacional ondea por fin en la sede del Parlamento Vasco.

En el mes de julio, caminando por el Paseo de la Senda, lugar donde se encuentra Ajuria Enea, la residencia del lehendakari, eché de menos, de la misma manera que lo hacía hace más de dos décadas cuando habitualmente disfrutaba de la belleza de la capital vasca, la presencia de la bandera de España.

Desde ayer la bandera rojigualda ondea en Ajuria Enea y este hecho se convierte en un importante símbolo, un símbolo de que la normalidad intenta abrirse paso en una comunidad como la vasca que durante tanto tiempo ha carecido de ella. Normalidad es que los símbolos que democráticamente nos representan a todos ocupen un lugar preeminente, normalidad es que se retiren aquellos otros que incitan al odio y que se venían imponiendo por los terroristas y el totalitarismo nacionalista. Normalidad es también que las víctimas vayan alcanzando el reconocimiento y la libertad de expresión que se merecen.

Pero la verdadera normalidad en el País Vasco debe recorrer todavía un importante camino hasta la consecución de una sociedad donde el legítimo debate de las ideas y de las formas de entender Euskadi no se vea afectado por el chantaje de la violencia asesina de ETA.

Sin embargo en los últimos tiempos se están dado pasos en el buen camino y nos felicitamos por ello.

Lutecio


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