En estos momentos de angustia y desconsuelo, Falange Auténtica quiere mostrar su solidaridad y unirse al dolor de los ciudadanos peruanos. Tanto de quienes han sufrido las terribles embestidas del terremoto registrado en el centro y sur de aquella nación hermana, como de aquéllos que, afincados en España, siguen con expectación las tareas de desescombro y rescate de víctimas.

 

FA manifiesta su satisfacción por la inmediata reacción de gobiernos de todo el mundo, que han mostrado su apoyo al pueblo peruano, enviando equipos de ayuda y suministros necesarios para intentar paliar en parte los daños causados por el terremoto y sus sucesivas réplicas.

 

La primera medida del gobierno español ha sido enviar tres potabilizadoras de agua para abastecer a unas tres mil personas, según ha indicado la Agencia Española de Cooperación Internacional, además de un primer vuelo con cien toneladas de material en total y con personal especializado. La secretaria de Estado de Cooperación Internacional se reunió enseguida con ONGs humanitarias y miembros de otras instituciones para coordinar el envío de asistencia, equipos sanitarios y de rescate de personas, así como ayuda urgente.

 

Por supuesto que todas las medidas que en estos momentos puedan tomarse para intentar restablecer la normalidad en Perú serán sin duda bien recibidas, pero no debe olvidarse que la situación económica de muchos países hace que estos fenómenos naturales tengan en los mismos repercusiones especialmente trágicas.

Este terremoto ha vuelto a poner de manifiesto las tremendas dificultades que los países pobres o en vías de desarrollo tienen para hacer frente a cualquier tipo de catástrofe, quedando siempre a expensas de la llegada de la ayuda internacional. Ayuda que siempre será bien acogida ante un suceso de esta envergadura, pero de la que las naciones más empobrecidas no pueden depender en exclusiva ya que, ante desastres de tales magnitudes, la reacción (rescate de víctimas, atención sanitaria, suministro de agua y víveres, alojamientos de emergencia, desescombro, reparación de principales fuentes de energía, etc.) debe ser inmediata, y no quedar a expensas de esa ansiada colaboración internacional.

 

Pero no nos engañemos: la realidad es que estos países jamás podrán disponer de recursos propios mientras que el mal llamado primer mundo o la entelequia conocida como comunidad internacional no se planteen seriamente cuestionar un modelo económico que mantiene a 2/3 de la humanidad en la pobreza. ¿Cuántas catástrofes más tendrán que sucederse en el mundo para que se tome conciencia de la necesidad, por cuestiones de justicia y humanidad, de llevar a cabo iniciativas, con decisión, para lograr un orden económico internacional más justo?