La soberbia del gobierno marroquí, en su calidad de principal aliado de EE.UU. en la zona, supone lo limitadas que serán las consecuencias de sus actos, y por ello se burla del gobierno español y del pueblo español, al justificar con argumentos insostenibles lo que ha sido una violación en toda regla de la integridad territorial de España.

Desde Falange Auténtica le recordamos a nuestro Gobierno que en este tipo de situaciones la firmeza es imprescindible y, al tiempo que se desarrollan relaciones favorables al progreso del país vecino y a la mejora de las condiciones de vida de su pueblo, hay que recordarle a sus poderes políticos que la nación española ha de ser respetada y que su soberanía y su integridad territorial no pueden ser vulneradas sin graves consecuencias.

Falange Auténtica denuncia que está última provocación del Reino de Marruecos, no es sino la consecuencia de la política de debilidad y de falta de objetivos que mantiene nuestro gobierno con respecto a nuestro vecino del sur, que tras la retirada de su embajador de Madrid parece dispuesto a comprobar cuanto se puede tirar de la cuerda sin que esta llegue a romperse.

La escasa trascedencia estratégica que pueda tener el pedazo de tierra española ocupado por los militares marroquíes no le quita ninguna importancia a la ofensa que inflinge el rey-dictador Mohamed VI al pueblo español y a su Gobierno. Consentir semejante insulto significará, probablemente, que ya nada pueda oponerse a cualquier pretensión de Marruecos, que sin duda se crecerá ante la pasividad de nuestro Gobierno, si es que esta se produce, algo que no deseamos en absoluto.

Falange Auténtica comprende la necesidad de mantener relaciones cordiales y de colaboración con Marruecos. Somos conscientes de lo necesaria que es la ayuda de nuestro país para poder paliar las graves deficiencias que padece el pueblo marroquí, debido sobre todo a las largas décadas de poder despótico ejercido por la familia real alauíta.

Pero debemos recordar que el rey marroquí no tiene problema en consentir que ingentes cantidades de ciudadanos de su país se hagan a la mar en pateras miserables, huyendo de la más terrible miseria, al tiempo que el mismo mantiene la propiedad de una veintena de palacios repartidos por el mundo. Motivo suficiente para no contar con nuestro respeto.

Ni uno solo de los importantes intereses económicos y humanos que España tiene en Marruecos debe ser excusa para que nuestro Gobierno, con el respaldo de todos los españoles, plante cara con toda la firmeza necesaria a esta provocación y determine un nuevo punto de partida de mutuo respeto sobre el que reconstruir las relaciones entre los dos países. Ceder hoy en aras a una prudencia, que en su justa medida no debe faltar, es sentar las bases a futuros agravios exteriores e interiores.