El Consejo de Ministros acaba de aprobar el nuevo IRPF, acordando una rebaja media del 11,1%. Rebaja que es mayor para las rentas más bajas, según fuentes del propio consejo.

Ante una noticia de tal calibre todos deberíamos estar dando botes de alegría, felicitándonos por lo mucho que se preocupa nuestro gobierno por el bienestar de los ciudadanos. ¡Qué buenos son que nos rebajan el IRPF!. Pero... ¿a quien quieren engañar estos señores?. Por mucho que digan, una bajada en el IRPF sólo beneficia a las rentas más altas.

El IRPF, como su propio nombre indica, grava las rentas; por tanto el que más tiene más paga. Sin embargo en España se está dando el caso contrario, es decir quien menos tiene es quien está pagando más. Porque no nos engañemos, para que se rebaje el IRPF se suben otros impuestos. Impuestos indirectos que gravan no las rentas sino el consumo. El precio de las patatas, los tomates, la gasolina, la cerveza, el tabaco y de todo cuanto consumimos es el mismo para todos, tanto para quienes tienen un sueldo de medio millón, como para quien no llega a los veinte mil duros. Lo que sucede es que a éste último, en proporción a su sueldo, le costará mucho más llenar el depósito de gasolina de su coche, comprar ciertos artículos, e incluso tomarse una caña.

Con este tipo de medidas, donde pagan la misma cantidad por el mismo artículo tanto los que tienen más, como quienes difícilmente llegan a fin de mes, se está protegiendo a las rentas más elevadas y a las grandes fortunas, llevándonos directamente a una situación en la que progresivamente crece la brecha que separa a ricos y pobres.