SAMUEL ROS (1904-1945)

José Mª García de Tuñón Aza

Que en estos tiempos que corremos alguien, fuera de los círculos más o menos falangistas, le interesa publicar algo elogioso sobre Falange o algún falangista es, en términos periodísticos, una gran noticia. Si además añadimos que lo publica una Fundación que lleva el nombre del mayor Banco de España es más noticia todavía. Me estoy refiriendo a la Fundación Santander Central Hispano que siguiendo su objetivo, dicen, de promover y fomentar las actividades culturales, humanísticas y científicas, acaban de publicar una antología para recuperar la labor periodística y literaria del falangista Samuel Ros recopilada por Medardo Fraile al que leyó por primera vez posiblemente en 1940 en el periódico Arriba sintiendo por él, desde entonces, un gran interés doctorándose más tarde por la Universidad de Madrid con una tesis que llevaría por título Samuel Ros (1904-1945). Hacia una generación sin crítica que sería publicada en forma abreviada por la Editorial Prensa Española en 1972.

Samuel Ros Pardo nació en Valencia el 9 de abril de 1904 y siendo muy niño escribió una novela que comenzaba en el momento en que un joven francés se despedía de su novia para embarcarse en Marsella con rumbo a Indochina. A los doce años, leía la Historia de la Literatura de Pompeyo Giner y en su imaginación de niño le espantaba, más que el castigo en la otra vida, el programa con que le pintaban la vejez; se resistía a creer que un Dios de bondad le proporcionaría tal amargura, y, sin querer, saltaba en su mente la seguridad de que no le habría de llegar tanto dolor. Samuel Ros fue un romántico del siglo XX y, además, un hombre de su tiempo que muy pronto se afiliaría a Falange Española –"Samuel Ros y yo éramos camaradas falangistas en 1934 (septiembre), cuando nos vimos por primera vez"–, dice Dionisio Ridruejo. Pero Samuel Ros ya había acudido al acto fundacional en el Teatro de la Comedia acompañado por su novia Leonor. "Yo vi aquella mañana", nos dice Ros que se afiliaría a Falange a los pocos días como también su novia Leonor que llevaría siempre "junto al emblema de Falange mi nombre bordado...". El 7 de diciembre de 1933 aparece el primer número de F.E. y en él ya colabora Ros y lo seguiría haciendo hasta la desaparición de esa publicación en su primera época.

No escribió en el primer Arriba, debido sin duda a la desgracia que tuvo que cambió su vida: la muerte de Leonor el 4 de julio de 1935 en Madrid. Ante tan desgraciada pérdida, se hizo descuidado, adelgazó rápidamente y se vio preso de una horrible crisis que inquietó a sus camaradas. Viajó por Portugal, por Italia, por Francia; estudió la literatura de estos países. En Italia le aguardaba el falangista Eugenio Montes, "con su casa y su corazón abiertos para mí". Allí concibió el libro que más fama le había de dar, Los vivos y los muertos. "Y a pesar de la dicha que se brindaba a mi dolor, no tenía más deseo que éste: volver a España para escribirlo". Dionisio Ridruejo escribe en sus memorias : "La frase que figura en la dedicatoria de Los vivos y los muertos, “Leonor, tengo tantas cosas que contarte...”, la había escrito mucho antes –de verdad– sobre el yeso que cubría el nicho de Leonor en el cementerio del Este. Le acompañé más de una vez. Llegaba allí, besaba la pared de la muerta, encendía dos cigarros y dejaba uno en el reborde del nicho, humeando, mientras él, sentado en una lápida, fumaba el suyo, llorando sin ruido, sin sacudidas, como una fuente que gotea". Y Ridruejo dice también que sólo la había visto un par de veces. "Era una muchacha de alegría irradiante, rubia, flexible..." y para ella le pidieron un poema pues se quiso organizar un libro de amigos. Federico García Lorca ya había prometido el suyo. Por otra parte, dice Ridruejo que su poema dio ocasión "al segundo y breve cruce de palabras amables que yo tuve con García Lorca. El primero había sido en Segovia, cuando fue a representar con “La Barraca” y me presenté a felicitarlo. El segundo fue en la barra de Baviera, por el otoño del 35, cuando me lo presentó Samuel Ros recordándole mi poema, que le había dado a leer y que hasta quizá había leído"

El poema de Ridruejo escrito en agosto del 35 y titulado Elegía de Leonor comienza así: Este cobre en delirio/ me lo hace luna el paso de la carta/ donde escriben tu muerte...

Al estallar la guerra civil, Samuel Ros es buscado y perseguido en Madrid. Su casa es saqueada y pasa por diversas vicisitudes hasta que consigue refugiarse en la embajada de Chile donde permanece hasta que el 14 de abril de 1937, con cincuenta compañeros, salía de Madrid evacuado con destino a Chile. En este país fue delegado de Prensa y Propaganda del Gobierno Nacional español, colabora también en varias publicaciones, obtiene una Lectoría de Español en la Biblioteca Nacional y publica su novela Los vivos y los muertos. "Allí mismo escribí el prologuillo que acompañaba y explicaba el proceso y los azares de la novela". Con Samuel Ros se encontraba Eugenio Montes que escribe: "Allá, en Santiago del Extremo, en tierras del Arauco, una tarde, al pie de la sombra de los Andes, lejos del temblor de luces del cerro de Santa María, me pidió Samuel que escribiese una página para le prólogo de su libro Los vivos y los muertos. Y yo escribí con pulso estremecido: “el arte es largo; corta la vida; recta la vocación”". El éxito de la edición fue rotundo; se publicaron críticas elogiosas de la novela y poco antes de abandonar Chile, en 1938, se hace una segunda edición.

Una vez de regreso a España estrena La felicidad empieza mañana e inicia un romance con la actriz María Paz Molinero con la que llegaría a tener un hijo: el único hijo que tuvo. Samuel adapta, de una traducción argentina, una obra de éxito: Aurora Clara Boothe, norteamericana, de Aurora Clara Boothe. La titula Mujeres. La obra alcanzó unas doscientas representaciones y en ella trabajó María Paz Molinero. En este mismo año publica Cuentos de humor y al año siguiente estrena Víspera. Los críticos le ponen reparos importantes, pero tres testimonios de excepción la elogia: Azorín, Melchor Fernández Almagro y Ángel Valbuena Prat. Fue director de Vértice, desde 1940 hasta poco antes de su muerte; colaboraba en revistas como la propia Vértice, Legiones y Falange, Escorial, donde publica su obra En el otro cuarto, que se llegó a estrenar en el Teatro Jovellanos de Gijón. Tenía una sección fija en Arriba y en 1943 fue premio Nacional de Literatura por un tomo de cuentos, Con el alma aparte, que no llegó a publicarse, y después de haber escrito cuentos, novela, teatro y muchos artículos en diarios y revistas.

Y llegó el final de sus días, fue un seis de enero de 1945. Nevaba intensamente; Samuel invitó a su madre a separar los visillos que cubrían la ventana.

–¡Qué bonito es morirse un día tan blanco! –murmuró

"Es verdad que esta blancura me presagia el perdón de Dios, y me recuerda que nada en la vida ha podido romper la verdadera pureza de mi alma; pero tengo la añoranza de aquel sol de Valencia, que doraría mi sueño y serviría de camino a mi pensamiento hasta el Todopoderoso. ¡El pensamiento! Lo único que peca y lo único que nos salva si anida en el corazón".

En esta antología, sin que el recopilador explique las razones, quedó fuera A hombros de la Falange de Alicante a El Escorial, que recoge la historia del traslado de los restos de José Antonio y que Samuel Ros escribe con la colaboración de Antonio Bouthelier. Por otra parte, cuando el diario Abc publica, el ocho de julio de 2002, una reseña de la Antología en ningún momento se hace eco de que Samuel Ros había sido falangista y uno de los primeros. Tampoco dice nada de que la mayoría de sus colaboraciones periodísticas fueron escritas en el diario Arriba algo que el diario monárquico silencia, sin embargo dice que fue colaborador del Abc, pero según la bibliografía del escritor en ese periódico solamente tiene cuatro colaboraciones todas en 1932 excepto una en 1941, y en el diario Arriba aparecen cerca de dos centenares. Es pues, una forma más de silenciar la verdad manipulando la historia a la que tan acostumbrados nos tiene el diario madrileño.