Es por desgracia cada día más frecuente encontrarse con gentes que, con desparpajo y desinhibición, arrojan adjetivos injustos, con descalificativos sobre Cataluña y los catalanes. A estos individuos cada vez es más complicado explicarles que Cataluña es España, que los catalanes son españoles y que cuando se insulta a Cataluña y al catalán se está escupiendo para arriba, se está ofendiendo también a España y a los españoles.

Todo es producto de los que han sembrado odio y rencor. Se ha impuesto como modo de acción política, el usurpar el nombre de Cataluña como si fuera de propiedad exclusiva de los nacionalistas y se permiten calificar de catalanófobos a los que no comparten sus delirios excluyentes y tan sólo aspiran a que Cataluña sea una tierra en la que no se agreda a los que no son independentistas; en la que la lengua catalana no sea un obstáculo de separación sino un instrumento de cohesión; en la que los padres puedan educar a sus hijos en su lengua materna, en la que no se vea al resto de los españoles como enemigos sino como hermanos y en la que la ley aplique igual para todos.

Para impedir tan nobles ideales, y para implantar el separatismo en las conciencias y los corazones, el nacionalismo catalán ha recurrido a la imposición de sus deseos ideológicos como hechos históricos veraces, sistematizando la mentira. Una mentira que afirma que Cataluña es una nación diferente a España.

Esta sinrazón, ese odio a España, triunfará si en el corazón de los españoles comienza a brotar el desprecio a lo catalán y a los catalanes. Cuando un separatista insulta a nuestra Patria, no lo están haciendo los catalanes. Cuando un separatista agrede a nuestros símbolos nacionales, no lo está haciendo Cataluña.

El pueblo catalán es un pueblo sensato. Es la parte del pueblo español que mayor escenifica el darle la espalda a los políticos y mayor es aquella cuanto más se alejan éstos del sentido común y el interés general. El referéndum sobre Estatuto que rompía los principios constitucionales, es una foto sin retoques del repudio mayoritario de los catalanes a esa política separatista ajena a las necesidades del pueblo.

Si algo bueno tiene el sentimiento por los colores de un equipo de fútbol, es el arraigo que en toda España tiene el FC Barcelona frente a la pretendida utilización del deporte como arma de ruptura. Son esa legión de aficionados otro cordón umbilical más de la españolidad de Cataluña.

Quienes hablan mal de Cataluña y de los catalanes, debieran saber que están traicionando gravemente a España, que están insultando injustamente a todos los catalanes por lo que hace una minoría que sería aun menor si en el resto de España los separatistas no hubieran obtenido también sus frutos en las conciencias de parte del resto de los españoles, en los que ha nacido un torpe, injustificado y detestable odio a lo catalán, convirtiéndose en separadores que no dejan de ser guerreros activos al servicio del independentismo catalán.

España sin Cataluña no es España

Es el separador un sujeto que, quizás sin conciencia de ello, se ha puesto al servicio de lo que detesta. Lo que debiera ser una acción de servicio y  defensa de España, su Unidad y  la igualdad de los españoles, la ha convertido en una Rendición de Breda. Se ha rendido ante los separatistas, entregando Cataluña a quienes se consideran sus dueños, dejando en sus manos a los miles de catalanes que se sienten lo que siempre fueron: españoles, al haber dado credibilidad a las tesis de esa minoría, en su mayoría burguesa, separatista. Son el apoyo más fiel que tienen los nacionalistas para una futura proclamación de independencia.

Estamos con el último Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa: “…ojala que los nacionalismos, plaga incurable, no estropeen la historia feliz de España"

Desde FALANGE AUTÉNTICA manifestamos nuestro amor y respeto a Cataluña y a lo catalán como parte del ser español. Y pedimos a todos nuestros compatriotas que, frente a los envites del separatismo, intentando crear una atmósfera adversa a lo catalán en el resto de España con el objetivo de emerger ellos como genuinos defensores de su peculiaridad que, además de no pertenecerles, en sus manos  vuelven ridículo, ínfimo y aldeano a lo que, por ser español, forma parte del patrimonio de la historia universal.

Por ello, nosotros invitamos a los españoles a que, en estas Navidades,  brinden con cava catalán, valenciano o de Almendralejo, sin que tras ello exista animadversión a ningún español o a alguna de las partes que integran nuestra nación. Y manifestamos, como siempre lo hicieron los falangistas, nuestro respeto a las identidades históricas, culturales, tradicionales e institucionales de todos los Pueblos de España que enriquecen a nuestra Patria.